Elecciones: una carrera perdida para el periodismo
Mientras las reglas de juego no cambien, las elecciones las perderán el periodismo y su credibilidad. No importa si se trata de las presidenciales, como las del año pasado, o si son las locales, que sucederán en unas semanas y en las que los desafíos son aún mayores. Este parece ser el callejón sin salida en el que nos encontramos: una coyuntura en la que las redes sociales tienen un papel protagónico en la discusión política; donde la credibilidad de los medios de comunicación disminuye, al tiempo que las plataformas digitales se consolidan como el espacio preferido para publicar y replicar todo tipo de información. Un momento en el que las y los actores políticos utilizan todas las estrategias para hablarles solo a sus áulicos y convertir a la prensa en uno de sus adversarios.
El poder no es neutro y las elecciones son el escenario donde las espadas se muestran en todo lo alto. Una confrontación que, como consecuencia, deja a buena parte de la ciudadanía recibiendo información polarizada y una conversación hirviendo de ira.
Hay varios aspectos que permean la independencia de los contenidos periodísticos. Uno es la publicación o transmisión de publicidad política, tan extensa como confusamente regulada, considerada la base para garantizar la participación política y el debate democrático. La consolidación de la comunicación a través de las redes sociales ha supuesto que buena parte de esos recursos se vuelquen allí. En su informe sobre las elecciones legislativas y presidenciales de 2022, la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea (MOE UE) dejó dos recomendaciones que son bastante claras: aprobar una regulación clara de la publicidad institucional, y que el Consejo Nacional Electoral establezca una unidad de medios para detectar desequilibrios en el cubrimiento electoral. Estas recomendaciones han permanecido ignoradas.
Un segundo factor, y un fenómeno que es cada vez más sofisticado y difícil de detectar, es la manipulación del discurso político y los ataques a la prensa en redes sociales. “Que tu medio es un pasquín, que tu esposa tiene mozo, que tus hijas son prostitutas, que tus hijos son marihuaneros” son algunos de los mensajes que reciben las y los periodistas. Detrás de esta violencia digital es común encontrar a políticos electos, candidatos, estrategas políticos e influenciadores que se aprovechan de algunas características de los entornos digitales como: bajas barreras de acceso a Internet, burbujas de audiencias, algoritmos que refuerzan los sesgos de confirmación, anonimato y una aparente impunidad, para construir sus campañas. En su camino a las urnas, las y los políticos crean un ambiente afín a sus causas, pero hostil a la prensa.
Esta disputa por el lugar de enunciación del periodismo y por el control de la información podría llamarse un diálogo en el infierno: el pulso constante que alcaldes, concejales, gobernadores y hasta presidentes le han interpuesto a los medios de comunicación. Los poderes políticos han encontrado, nuevamente, eso que hace más de un siglo Maquiavelo reflexionaba: “la prensa tiene el talento de hacerse aborrecer… sobre todo, porque jamás haréis comprender a la gran masa de un país para qué puede servir”.
Lee aquí la sexta edición de Páginas para la libertad de expresión.
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