Un año después del asesinato de Rafael Moreno no hay avances contundentes en la investigación del caso
El 16 de octubre de 2022, Rafael Emiro Moreno fue asesinado en Montelíbano, Córdoba, por dos hombres sin identificar. Rafael era reconocido por su trabajo de veeduría y por sus denuncias y, debido a esto, contaba con un esquema de seguridad que le fue insuficiente al momento del homicidio. Su asesinato fue el primero que ocurrió bajo la protección del Estado y un año después, ni las autoridades locales ni la Fiscalía han avanzado en las investigaciones sobre qué ocurrió, ni en la identificación y judicialización de los autores del crimen.
Rafael era director del medio digital Voces de Córdoba, en el que informaba sobre corrupción y la presencia y el actuar de los grupos armados ilegales. **Desde 2019 había sido víctima de amenazas debido a su trabajo y por ello, contaba con un esquema de seguridad que incluía un escolta, un botón de pánico y un chaleco antibalas por parte de la Unidad Nacional de Protección (UNP). **Sin embargo, días antes de su asesinato, el periodista solicitó el refuerzo de su esquema, ya que las amenazas en su contra se habían incrementado, pero la UNP rechazó la petición.
Durante tres años, el periodista se enfrentó a un mecanismo de protección con problemas administrativos y que le otorgó medidas de protección insuficientes y despropcionadas frente al riesgo que corría. A pesar de que la Fiscalía, la Policía y el Consejo de seguridad municipal conocían la situación de Rafael, no investigaron de manera oportuna de dónde provenían los ataques en su contra ni le protegieron. La indiferencia y la falta de respuestas contundentes por parte de las autoridades desencadenaron en el asesinato del periodista.
Lo que ocurrió en el caso de Rafael es aún más preocupante teniendo en cuenta el contexto de la prensa local. De acuerdo con lo documentado por la FLIP, desde el asesinato de Rafael en Córdoba se han presentado 15 agresiones, que en su mayoría han sido por parte de autores desconocidos (12 casos).
Así mismo, y en varias ocasiones, hemos advertido que periodistas que trabajaron con Rafael o que cubren temas similares a los que informaba, están en una situación de riesgo extremo y han sido víctimas de amenazas que siguen sin esclarecerse. De acuerdo con cifras de la FLIP, de las nueve amenazas registradas en el último año en Córdoba, seis casos son de periodistas que informan sobre asuntos de administración pública y corrupción.
Una vez más, le hacemos un llamado a la Fiscalía para que investigue el asesinato y lo que ha ocurrido durante este año y que, a su vez, sancione a los responsables. La falta de respuestas y hallazgos contundentes en estos casos, promueven un ambiente de impunidad en los crímenes contra la prensa, tanto en el caso de Rafael como de las nuevas amenazas que están recibiendo las y los periodistas del departamento.
Así mismo, le sugerimos al Ministerio del Interior la creación de una política pública para la prevención y protección de las y los periodistas del país que, en el ejercicio de sus labores, pueden correr riesgos y ser víctimas de diferentes tipos de agresiones. En la FLIP hemos alertado un incremento de la violencia en los últimos meses hacia las y los periodistas del país, especialmente en la época preelectoral y por parte de los grupos armados.
Publicado en Pronunciamientos
Etiquetado como CórdobaPeriodista asesinadoRafael Moreno
Temas de interés
Otros pronunciamientos
viernes, 10 febrero 2023
Rafael Moreno: apagaron la voz de la verdad
Rafael Moreno fue el primer periodista en ser asesinado en el 2022 por razones de su oficio. Investigaba sobre corrupción en el sur de Córdoba y era reconocido en la zona por su trabajo de veeduría. Su caso deja al descubierto las amenazas y riesgos a los que están expuestos las y los periodistas en las regiones. Por: Daniel Chaparro
viernes, 21 octubre 2022
Rafael Moreno enfrentó por tres años las fallas de la UNP
El periodista Rafael Emiro Moreno, asesinado el pasado 16 de octubre, recibió amenazas de muerte desde el año 2019. Durante los siguientes tres años los ataques contra Moreno continuaron, por lo que acudió a la Unidad Nacional de Protección (UNP) y a otras entidades estatales en búsqueda de medidas que protegieran su vida. Sin embargo, durante ese tiempo, Moreno se enfrentó a un mecanismo de protección con problemas administrativos, que no creía en el riesgo que él manifestaba y, por lo tanto, tomó medidas insuficientes para el peligro al que se enfrentaba.
La Fiscalía, la Policía y el Consejo de seguridad del municipio de Puerto Libertador también sabían de los ataques de los que era víctima Moreno; no obstante, tampoco se implementaron acciones idóneas para proteger la vida del periodista.
Hay cuatro momentos claves que reflejan la inoperancia del Estado al momento de atender los riesgos de Moreno:
- Después de que Moreno advirtiera sobre su riesgo y las amenazas que había recibido por parte de grupos armados ilegales, la UNP le asigna al periodista un esquema de protección de un vehículo blindado, dos escoltas, un chaleco antibalas y un botón de apoyo.
- En septiembre del 2020, la UNP decide reducir el esquema de protección a casi la mitad y, así, retirar el vehículo blindado y un escolta. Esto sucedió a pesar de que Moreno fue víctima de otras dos amenazas en mayo del 2020. Si los ataques que recibió el periodista eran similares a los que enfrentó en 2019, entonces no se entiende por qué la UNP consideró que el riesgo del periodista había disminuido y por lo tanto requería menos protección.
En ese momento, el Comité de Evaluación de Riesgo y Recomendación de Medidas (CERREM) argumentó que el periodista “no identifica o individualiza el actor generador de la amenaza, por lo que no es posible determinar la capacidad de materialización de las amenazas”. Esto desconoce, por un lado, que la mayoría de amenazas contra la prensa en Colombia son realizadas por desconocidos. Además, estas acciones fueron revictimizantes, pues revirtieron la carga de la prueba que debería tener el Estado y se la impusieron al periodista, ya que se le pidió que fuera el investigador de su propio caso.
Además, en esa oportunidad el CERREM afirmó que “las entidades consultadas indicaron no contar con registros de amenaza en contra del evaluado”. Sin embargo, esto es falso, ya que Moreno denunció ante la Fiscalía todas las amenazas y estas estaban en conocimiento de por lo menos otras dos instituciones: Policía y Alcaldía de Puerto Libertador. La desarticulación entre las entidades estatales llevó a que en el caso de Moreno no se tomaran las acciones correspondientes para resguardar su vida. - En septiembre del 2021 la UNP suspendió por tres meses el escolta que protegía a Moreno. Es decir, el comunicador quedó solamente con el botón de apoyo y el chaleco antibalas. La entidad nunca notificó debidamente al periodista sobre esta decisión, por lo que no se conocieron las razones que justificaron el desmonte parcial del esquema de protección.
- En julio del 2022 el CERREM decide volver a implementar las medidas que Moreno tenía desde el 2020, es decir un hombre de protección, un chaleco y el botón. Esto, a pesar de que durante el 2021 el periodista recibió dos amenazas, lo que significa que su nivel de riesgo nunca disminuyó en el tiempo.
En ese mes la FLIP puso en conocimiento del CERREM y la UNP las dos nuevas amenazas de las que fue víctima el periodista en mayo y junio del 2022. El objetivo, nuevamente, era que se le reforzara su esquema de protección. En ese momento, la UNP valoró las agresiones como si se trataran de un caso nuevo, cuando el periodista llevaba ya tres años en el sistema de protección.
Hacemos un enérgico llamado al director de la UNP, al Ministerio del Interior, el Consejero Presidencial para los Derechos Humanos, y demás miembros del CERREM, para que junto con la Defensoría del Pueblo, realicen un informe público sobre las evaluaciones de riesgo, los trámites y medidas que fueron adoptadas en este caso. Esto, con miras a que se adopten las medidas necesarias para corregir y prevenir fallas del Mecanismo de Protección en otros casos.