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Otra gobernanza para ganar independencia en los medios públicos

Otra gobernanza para ganar independencia en los medios públicos

Collage Gabriel Linares con ilustración de Angie Pik

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martes, 08 febrero 2022

Otra gobernanza para ganar independencia en los medios públicos

Los medios públicos son un pilar de la convivencia democrática y cumplen una función fundamental en el ejercicio de la libertad de expresión y en la promoción de la diversidad cultural del país. Hay tres problemas centrales en el modelo actual que los rige en Colombia: gobernanza, sostenibilidad y legitimidad. 

Para entender el primero, hay que saber que en el país existen once canales de televisión públicos: ocho regionales y dos nacionales (el tercer canal público es Canal Uno que en la práctica no se le considera público, porque la concesión de los espacios la tiene un solo operador). En todos los casos, la composición de sus juntas directivas tiene alta participación del Gobierno (el o la ministra, gobernadores y/o alcaldes y representantes de RTVC); mientras que la academia y la sociedad civil están en desventaja y no hay participación de productores o representantes del sector audiovisual. En general, las juntas de todos los canales tienen pocos miembros: Telepacífico es la más numerosa con doce y la que menos tiene es Teleislas, con cuatro. Si se tiene en cuenta la alta participación del Gobierno, se entrevé un agravante para la pluralidad e independencia. Los estándares de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE) dicen que, “en tanto se ha reconocido que la libertad de expresión exige necesariamente una amplia pluralidad en la información, es esencial garantizar que estos medios públicos sean independientes del gobierno. Para la CIDH, la independencia de los medios de comunicación públicos contribuye asimismo a su credibilidad y legitimidad”.

Aquí puede consultar la revista Páginas para la Libertad de Expresión, edición #3.

La centralización y detrimento de la independencia de estos medios ha venido en aumento en los últimos años tras la aprobación de la Ley TIC 1978 de 2019 que eliminó a la Autoridad Nacional de Televisión (ANTV) y creó el Fondo Único de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (FUTIC). Además, se dieron cambios internos en el funcionamiento de los canales como en el caso de Señal Colombia, que modificó el Comité de Programación, que buscaba el cumplimiento de objetivos como la inclusión, el cubrimiento de posturas críticas y un mayor alcance de las audiencias, dejando las decisiones de contenidos en cabeza de la gerencia. Esta forma de gobernanza configura un riesgo de censura, ya que limita la autonomía del medio y abre la posibilidad a la interferencia editorial por parte de autoridades locales, regionales y nacionales. No está a tono tampoco con las recomendaciones de la Unesco ni de la CIDH que sugieren modelos de gestión con participación de diversos sectores,  mecanismos de elección idóneos para sus organismos de gobernanza y un límite claro a los intereses políticos.

Ahora, frente a la sostenibilidad, la existencia del FUTIC supone un respaldo financiero para la radio y la televisión, sin embargo, aún cuenta con factores de riesgo que promueven la dependencia de los medios al MinTIC. Los más afectados son los canales regionales que terminan dependiendo de los gobiernos locales en términos económicos. Esto restringe la coproducción, la posibilidad de realizar proyectos y contenidos de largo aliento y de proponer una línea editorial separada de los intereses de las administraciones de turno. Si bien el Fondo asegura una base de recursos y distribución, no son suficientes para garantizar el funcionamiento ni para la creación de iniciativas duraderas. Como consecuencia se ven afectadas la visibilidad, el reconocimiento y la independencia de los medios. 

La centralización de los recursos en un solo fondo controlado desde el MinTIC también tiene un impacto en la calidad y el tipo de contenidos que llegan a las parrillas de la televisión pública. El nuevo modelo supone convocatorias públicas de seis meses y entrega de proyectos en los otros seis meses del año, un tiempo muy corto para el sector audiovisual y una tercera parte del tiempo que tuvieron años atrás los mercados de coproducción.

El tercer problema es el de la legitimidad, que tiene que ver con la función que cumplen los medios públicos en una democracia, en la defensa del interés público y la construcción de ciudadanía. El papel de estos medios es importante para equilibrar la balanza de opiniones, percepciones y miradas sobre las identidades y la diversidad. 

El imaginario frente a los medios públicos en Colombia es contradictorio. Hay programas de calidad que son premiados en los India Catalina o los TALTV, pero la influencia de los gobiernos han situado a otros cerca del poder y lejos de las audiencias que no ven en ellos la representación de la diversidad del país. Por lo tanto, poco se preocupa la ciudadanía por la defensa de la independencia de estos medios.  

 

Datos que explican el mal estado de los medios públicos

  1. Las consecuencias de la inapropiada gobernanza se han hecho evidentes en casos de censura como el sucedido en 2019 cuando Juan Pablo Bieri, entonces gerente de RTVC, dió la orden de acabar con el programa “Los Puros Criollos” de Señal Colombia y de vetar a su presentador Santiago Rivas

  2. Durante el 2021 hubo otros dos casos en canales regionales: el gobernador de Quindío, Roberto Jaramillo, presionó a varios periodistas de Telecafé Noticias por su manera de informar, y el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, ha interferido en las decisiones editoriales del canal público local Telemedellín. La incidencia de este último determinó la salida de la gerente Johana Jaramillo con alegatos de censura previa y el despido del periodista Hernán Muñoz, director del sistema informativo del canal.

  3. Dentro del marco regulatorio cabe señalar que: 1. No hay una misión o función social clara de los medios públicos que sea transversal al desarrollo y proyección de la industria de medios. 2. La fragmentación de los entes reguladores y la baja calidad en materia regulatoria no favorecen la autonomía ni la independencia de los medios públicos. 3. Existe un control directo del Gobierno sobre los órganos reguladores, el otorgamiento de licencias y la regulación de la radiodifusión, por lo tanto estos procesos no gozan de una independencia real. 4. Si bien existen operadores públicos como RTVC en donde convergen radio y televisión y órganos reguladores con funciones sobre los dos sectores, la legislación, los programas y las políticas aún están pensados e implementados de forma aislada en radio y televisión, sin correlaciones directas entre medios, plataformas, tecnologías y contenidos. 
  4. El FUTIC también planteó acelerar el cierre de las brechas digitales pero la ausencia de una financiación específica para el ámbito digital hace de este planteamiento algo superficial.

  5. “Los medios públicos son la antípoda, o una respuesta a los medios privados en televisión. La televisión como está mediada por el tema económico hace que los contenidos, la forma en que éstos se presentan y su oportunidad, se definen a partir de intereses comerciales. Eso da una visión de país y de sociedad muy particular, parcializada y en algunos casos muy distorsionada. Ante esta realidad, surge la conciencia de fortalecer los medios públicos, de modo que se pueda completar el mosaico de la nacionalidad y de la opinión colombiana”: Germán Yances, investigador. 

 

Temas de interés

Otros pronunciamientos

martes, 09 febrero 2021

Perfilamientos ilegales: un año de silencios

Ha pasado un año desde que Revista Semana reveló que el Ejército hizo uso de sus recursos de inteligencia para vigilar y perfilar a más de treinta periodistas nacionales e internacionales. Las carpetas contenían datos personales, laborales, familiares, de amigos y colegas. Después de la denuncia de Semana, en la FLIP conocimos catorce casos más. A pesar del revuelo que causó la noticia, hoy es poco lo que sabemos sobre el contenido de esas carpetas.

A esto se suma la falta de consenso entre la Procuraduría y la Fiscalía sobre la lista y el número de personas allí incluidas, pues la primera identificó como víctimas a 29 personas y a los miembros de cuatro organizaciones y un medio de comunicación; mientras que la Fiscalía aseguró que tan solo veinte personas habían sido las víctimas. Tampoco se sabe cuál fue la formulación de cargos hecha por la Procuraduría General de la Nación hacia los trece militares que habrían hecho uso  ilegal de la inteligencia informática del Ejército para realizar estos seguimientos. 

Desde la FLIP, tuvimos acceso a los testimonios de algunos de los periodistas víctimas de estos perfilamientos ilegales, para conocer el impacto individual y colectivo que generaron estas acciones de intimidación y estigmatización a la labor periodística.

Entérense de lo que se conoce de este caso en la página 9 del PDF de Páginas para la libertad de expresión. Puede acceder al documento PDF o descargarlo aquí. 

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martes, 09 febrero 2021

Las voces que Colombia perdió en el 2020

Los periodistas Abelardo Liz y Felipe Guevara fueron asesinados durante el 2020. Sus casos dejaron al descubierto la violencia cruda que se siguen enfrentando los periodistas, tanto por parte de la fuerza pública como de bandas criminales.

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martes, 08 febrero 2022

Un año de obstáculos para ejercer el periodismo en Colombia

La mayoría de las agresiones a la prensa durante el 2021 fueron perpetradas por miembros de la fuerza pública durante las jornadas de protestas sociales. En otros momentos la presión vino por parte del acoso judicial, las amenazas y las restricciones de acceso a la información impuestas sin razón por funcionarios e instituciones estatales. Las siguientes son las estadísticas de agresiones que registró la FLIP el año pasado.

Total agresiones*: 684 

Total víctimas: 768 

*En un solo episodio de agresión puede haber más de un periodista víctima.

1. 172 amenazas


La amenaza ha sido por muchos años una de las formas predilectas para atacar a la prensa. En el 2021 hubo un incremento de casos con respecto al año anterior, cuando registramos 152. Las amenazas tienen diferentes consecuencias: desde la autocensura, hasta el abandono del ejercicio periodístico.

¿Quiénes amenazan a la prensa?

Fuerza pública: 18 casos.

Particulares: 52 casos.

Desconocidos: 56 casos.

2. 168 agresiones físicas

El 93% de las agresiones físicas a la prensa sucedieron durante el cubrimiento de las jornadas de manifestaciones, entre mayo y julio. Los periodistas fueron empujados, golpeados con puños, piedras, escudos y patadas e incluso algunos fueron apuñalados. En el 2021 registramos un gran incremento en los casos de agresión física, comparado con el 2020, cuando documentamos 30 casos.

3. 65 hostigamientos.

4. 57 obstrucciones al trabajo periodístico.

5. 4 atentados.

6. 1 asesinato.

7. 1 secuestro.

8. 43 obstrucciones de acceso a la información

El acceso a la información pública es un derecho fundamental de la ciudadanía y vital para el ejercicio de la prensa. Todos los días los periodistas solicitan datos e información a entidades del Estado para realizar veeduría sobre temas de alto interés público. Obstaculizar este derecho nos afecta como sociedad, pues tenemos menos insumos para tomar decisiones informadas.

En el 2021 registramos 42 casos en los que servidores públicos faltaron a su deber constitucional y se negaron a brindar información sobre temas como la gestión de la pandemia, de las manifestaciones sociales, contratación pública y administraciones locales. 

9. 36 casos de acoso judicial

Esta es una forma menos violenta físicamente de intimidar a la prensa, pero igual de efectiva y perjudicial. El acoso judicial impacta a los y las periodistas emocional, económica y socialmente. Les obliga a dejar de cubrir ciertos temas, por lo que se pierde veeduría en asuntos de alto interés público. 

¿Quiénes acosan judicialmente a la prensa?

Funcionarios públicos: 10

Particulares: 24

10.  137 agresiones de otras formas.

Los seis departamentos con más agresiones a la prensa:

  1. Bogotá: 197
  2. Antioquia: 90
  3. Valle del Cauca: 81
  4. Santander: 37
  5. Cauca: 30
  6. Tolima: 24

En la FLIP nos preocupa, especialmente, la situación de la prensa en Arauca y Norte de Santander. Allí, las agresiones a periodistas han aumentado sin que haya medidas de prevención y protección articuladas, diferenciadas y adaptadas a los diferentes contextos. En el 2020 la FLIP registró 13 agresiones contra la prensa en Arauca y otras 13 en Norte de Santander.  Para el 2021 se registraron 21 casos en cada departamento.

Aquí puede consultar la revista Páginas para la Libertad de Expresión, edición #3.

 

Manifestaciones sociales 

Total agresiones: 359*

Total víctimas: 408 

*Del 1 de enero al 31 de diciembre del 2021. Solo entre abril y julio registramos 304 agresiones.

Las seis agresiones más frecuentes:

  1. 155 agresiones físicas.
  2. 58 amenazas.
  3. 33 casos de obstrucción al trabajo periodístico.
  4. 28 hostigamientos.
  5. 19 robos o eliminación del material periodístico.
  6. 16 detenciones ilegales.


La fuerza pública fue el mayor agresor de la prensa durante las jornadas de manifestaciones y se convirtió también en el máximo agresor de la prensa en todo el 2021. Tampoco hubo un respaldo público oportuno de las autoridades a la labor periodística.

Total de agresiones de fuerza pública durante todo el año: 247 

Total de agresiones de fuerza pública en contextos de protestas: 227

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