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A los periodistas nos matan varias veces
Pronunciamiento - viernes, 10 febrero 2023
Un reportero se aparta del oficio, un proyecto cultural que aporta a la memoria no ve la luz y una emisora comunitaria se modera. Asesinar la voz de un comunicador es la primera gran herida de muchas.
Por Laura Ardila Arrieta, periodista.
Escribió Javier Valdez en su libro Narcoperiodismo que en el asesinato de periodistas el silencio gana. Cuando se cumplieron tres años del homicidio del reportero mexicano que desafió a los narcos a punta de pluma y valentía, su esposa, Griselda Triana, señaló además que la falta de justicia en estos casos agrava el estado emocional de las familias, y que, con la muerte de Javier, no solo resultaron huérfanos sus hijos: también quedaron desamparadas muchas víctimas de la violencia en México.
Parece obvio y, sin embargo, no siempre lo es: un periodista no solo perece cuando lo matan. Un periodista desaparecido, eliminado por la embestida asoladora de una acción criminal, vuelve a morir en cada pequeña o gran circunstancia definida por esa ausencia lograda a la fuerza.
Varias muertes, distintas formas de la muerte, oprimiendo las heridas abiertas de un oficio en el que, cada Día del Periodista en Colombia —y en México y en toda América Latina, región en la que el año pasado se cometió casi la mitad de los asesinatos a periodistas que registró el mundo— se volvió lugar común exponer un nuevo récord de agresiones.
Y las solas cifras frías ya no ayudan para entender bien la magnitud de lo que ocurre.
Cali se untó de tristeza e indignación cuando, en diciembre de 2020, un sicario disparó los cuatro tiros que acabaron con la vida de Andrés Felipe Guevara, periodista judicial del diario Q'hubo.
El reportero de 27 años fue asesinado en Mariano Ramos, el barrio sede de oficinas de cobro en el que residía, después de publicar varias historias sobre una de las bandas que justamente opera en ese sector caliente del oriente de Cali. Así es que, incluso sin que su caso se haya esclarecido hoy, desde el primer momento se constituyó en otra constatación del alto riesgo que corren los periodistas inmersos en las periferias y en los territorios sin mucho Estado.
Pero, más allá, para su colega Felipe Becerra ese golpe significó la inflexión que le marcó el retiro del periodismo. Caleño, de 35 años y con una década larga ejerciendo el oficio, Becerra trabajaba entonces como editor judicial del diario El País, el más grande e influyente del Valle del Cauca. Y era el amigo, el compadre, con el que Guevara cada mañana charlaba informalmente los planes periodísticos del día.
“¿Qué tema llevás hoy?”, “¿cómo viste la portada?”, “píllate esta historia”. El compañerismo y la solidaridad. Jugaban juntos al fútbol. Iban por la obligada cerveza tras algunos cierres. Les decían “los tres Pipes”, porque eran ellos dos y un compañero llamado Andrés Felipe Carmona, los periodistas judiciales de Cali que siempre coincidían en notas y escenarios.
Antes del asesinato de Andrés Felipe, su compañero Pipe Becerra ya estaba agotado de hacer periodismo de diario y venía pensando su salida del periódico. Finalmente, con el peso de la pérdida de su amigo encima, renunció a El País y al periodismo.
Ahora trabaja en la Fundación SIDOC del exalcalde Maurice Armitage. “Esto fue demasiado duro, ni mi familia ni yo estábamos tranquilos con una fuente que de por sí ya es complicada. Me encantaría volver a ejercer, yo quiero volver, pero si es en otra dinámica de trabajo”.
A unos quinientos kilómetros de Cali, desde Samaniego, Nariño, el docente y comunicador José Gerardo Gómez da cuenta de otra forma en la que un periodista muere más de una vez. En junio de 2019, Gómez colaboraba haciendo notas una o dos veces por semana para el programa ‘El Despertador’, que su amigo Libardo Montenegro dirigía y presentaba en Samaniego Estéreo, la emisora comunitaria del pueblo.
Un martes de aquel mes, a las 9:30 p.m., dos sicarios en moto mataron a Libardo cuando iba rumbo a su casa. Ocurrió pocos días después de que la víctima difundiera una cuña que promovía una marcha “por la paz y la vida de Samaniego”, un municipio cuyo control social y político ha estado históricamente en manos de narcotraficantes; y también de que se registrara una supuesta discusión entre Montenegro y la expareja de su novia.
Aunque en tres años y ocho meses no ha habido una condena que permita establecer si las motivaciones fueron en razón del oficio, relata José Gerardo que, como sea, el crimen de su compañero de programa ha tenido un efecto lamentable en el periodismo comunitario de Samaniego.
“La emisora tiene una pesadumbre que se siente en el aire y ya no se pueden decir muchas cosas. Por ejemplo, yo solicité un espacio para socializar la veeduría ciudadana que le estamos haciendo a una obra y nos piden callar algunas cosas, uno se siente limitado. Ya nadie puede dar un punto de vista, como lo hacía Libardo. Algunos dicen que la emisora lo hace por prudencia, otros que lo hace más bien por conveniencia”, cuenta Gómez.
Libardo era nieto de Segundo Montenegro, el fundador de la primera emisora comunitaria que tuvo Samaniego. Con su asesinato no solo callaron la voz de una institución y golpearon una libertad de expresión y prensa que ya era precaria. Los asesinos, de paso, cometieron otra agresión al provocar el desplazamiento de la madre del periodista: doña Yolanda Quintero, una auxiliar de enfermería jubilada que, a sus 70 años, tuvo que desarraigarse como medida de prevención después del homicidio. “Vive triste, extraña a su hijo y a su tierra”, comentó Wilson Montenegro, hermano de Libardo.
Tampoco están residiendo en la tierra en la que habían echado raíces los familiares de Mauricio Lezama, asesinado en mayo de 2019 en La Esmeralda, corregimiento del fronterizo municipio de Arauquita, en Arauca.
Mauricio era un comunicador, dedicado a la producción audiovisual y a la gestión cultural, que vivía en la capital Arauca y había viajado hasta La Esmeralda —mencionado nacionalmente en enero del año pasado, debido a que guerrilleros del ELN patrullaron por su centro poblado, mientras el entonces presidente Iván Duque se encontraba de visita en el departamento— a hacer un casting para el cortometraje Mayo, que estaba produciendo.
En su caso, los seres queridos repiten el deplorable lugar común de la impunidad y de la falta de investigación y resultados, con el agravante de que la escena del crimen fue alterada. Desaparecieron su cámara, su celular y los casquillos de las balas, y su cuerpo no fue levantado formalmente por funcionarios judiciales, pues estos no se atrevieron a entrar a la zona.
Mayo fue concebido como una ficción para contar la historia real de Mayo Villarreal, una enfermera y profesora de La Esmeralda que sobrevivió al exterminio de la Unión Patriótica. Y el cortometraje fue seleccionado como beneficiario de los recursos que entrega el Fondo de Desarrollo Cinematográfico (FDC).
Aunque en su momento el crimen de Mauricio generó cierta conmoción (el cineasta Ciro Guerra exhibió su foto y pidió justicia en una alfombra roja en Cannes) y había expectativa de que el corto sí viera la luz (el exsenador Gustavo Bolívar anunció con bombos y platillos por Twitter que apoyaría el rodaje), el trabajo que ocupó la mente e ilusiones del productor en sus últimos días murió con él. Al menos, por ahora.
Tonni Villarreal, hijo de Mayo y quien concibió y empezó a dirigir el proyecto, cuenta que, desde el asesinato que obligó a parar todo, la iniciativa ha pasado por tres productores y terminó perdiendo el apoyo de Proimágenes, que es la entidad que administra y ejecuta el dinero del FDC.
El respaldo con el que hizo bulla Gustavo Bolívar nunca llegó, asegura Villarreal. Una afirmación en la que coincide la familia de Mauricio Lezama. El papá, Benhur Lezama, y la madrastra, Marta de Lezama, se mudaron de Arauca tiempo después de los hechos, en parte por prevención y en parte porque la señora se pensionó.
Ambos dicen que con la muerte de Mauricio no solo se frenó un cortometraje, sino que se acabaron lo teatrinos en los que Lezama les llevaba a niños araucanos mensajes sobre educación sexual a través de títeres; los cursos de fotografía y pintura que el gestor dictaba en su ciudad; y el sueño del Festival de Cine de la Frontera, que fundó en 2015 y solo tuvo una versión.
Y dicen también que les gustaría poder ver alguna vez Mayo en una pantalla, pero siempre y cuando “nadie vaya a verse afectado en su seguridad y mucho menos vaya a haber más vidas sacrificadas”, como dijo Laura Lezama, la única hija que tuvo Mauricio.
De pronto sí logran verlo. Tonni Villarreal no se rinde y este año quiere volver a postular su proyecto a ver si le consigue recursos. Aunque, ahora se llamará de otra manera: Mayo 1984 o La mami Mayo.
Él seguirá intentando. Porque los contadores de historias, los periodistas, quienes creen en el poder de expresarse, también viven y sobreviven de varias maneras.
Dos años sin la voz de Samaniego Estéreo
Pronunciamiento - sábado, 12 junio 2021
Libardo Montenegro Quintero era un periodista y locutor reconocido por su amabilidad, carisma y compromiso social en el municipio de Samaniego, Nariño. Hoy, tras dos años de su muerte, recordamos su historia y su trabajo en la emisora comunitaria Samaniego Estéreo.
Desde muy pequeño, Libardo se enamoró de los micrófonos gracias a su abuelo, fundador de la única emisora comunitaria de Samaniego. Allí, Libardo se desempeñó como periodista durante 20 años dirigiendo programas informativos y musicales.
Además de ser reconocido por su voz, Libardo se destacó por poner los micrófonos al servicio de la comunidad. Especialmente porque la emisora participaba de la iniciativa Radios Comunitarias por la Paz del Fondo Europeo para la Paz de Colombia. El periodista creaba espacios para hablar sobre los retos y las irregularidades en la implementación del Acuerdo de Paz y la defensa de los derechos humanos.
A las 9 y media noche del 11 de junio de 2019, Libardo regresaba a su casa, ubicada a unas cuadras de la estación de Policía, cuando fue sorprendido por dos desconocidos que se movilizaban en moto. Desde allí le dispararon varias veces, causándole la muerte.
En ese momento, la Policía aseguró que el asesinato de Libardo no estaba relacionado con su trabajo, a lo que añadieron que no era periodista sino un “voceador” de la emisora. Este hecho generó indignación entre sus colegas y preocupa a la FLIP, ya que el trabajo periodístico de Libardo era evidente, además, días antes Libardo había grabado y puesto al aire una cuña que convocaba a la comunidad a una movilización por la Paz.
El crimen causó miedo en el municipio. Pese a que la Procuraduría y el presidente Iván Duque se pronunciaron sobre los hechos, hasta el momento es poco lo que se sabe de los avances en las investigaciones y se teme que el crimen quede en la impunidad.
En la FLIP no olvidamos el caso de Libardo Montenegro y pedimos una pronta actuación de la autoridades para esclarecer los motivos de su asesinato. Gracias por recordar con nosotros.
Para escuchar la historia completa de Libardo, los invitamos a escuchar el siguiente audio:
El homicidio de Libardo Montenegro y la condena de la autocensura para Samaniego
Pronunciamiento - martes, 13 agosto 2019
El jueves 4 de julio de 2019, sobre una de las montañas que rodea al municipio de Samaniego, Nariño, se ondeaba una tela de color rojo y negro, que algunos habitantes de la región reconocieron rápidamente. Se trataba de una bandera que desde lo lejos tenía letras blancas difíciles de descifrar, pero que según las personas del municipio pertenecía al Ejército de Liberación Nacional (ELN). Ese día precisamente esta guerrilla cumplía 55 años de haber sido fundada.
A pesar de que las personas del municipio se vieron sorprendidas por la acción del grupo guerrillero, la presencia de los actores armados no resulta ser un hecho novedoso para Samaniego. Esta región permanece en constante disputa por parte de grupos al margen de la ley como el ELN, bandas dedicadas al narcotráfico, estructuras paramilitares y disidencias de las FARC, a través del antiguo Frente Oliver Sinisterra (FOS), que quiere controlar los territorios de la cordillera luego de la firma de los acuerdos de paz.
Una de las heridas más profundas que ha dejado esta situación de violencia en la región ha sido el miedo causado por los asesinatos a líderes sociales de Samaniego. En 2017, fue asesinado el docente Orlando de Jesús Caicedo; en 2018, la maestra Yaneth Adriana Ruano corrió con la misma suerte y, en lo corrido de 2019, han sido asesinados la personera Paula Rosero y el periodista Libardo Montenegro. Todos estos hechos continúan sin ser esclarecidos por las autoridades.
El 11 de junio de este año, cerca de las 9 de la noche, Libardo Montenegro fue asesinado por dos sicarios que se desplazaban en moto. Montenegro iba acompañado por su pareja, quien resultó ilesa. El periodista, quien trabajaba en la emisora comunitaria Samaniego Stereo, recibió varios impactos de bala mientras estacionaba su carro frente a su casa. Según el relato de uno de los familiares del comunicador, dos hombres vestidos con saco de capota y tapabocas medicinales le dispararon a Montenegro hasta dejar su cuerpo tendido en una zanja y huyeron por una de las calles del municipio.
Ese mismo día, en horas de la tarde, a una cuadra y media de donde fue asesinado Montenegro, desconocidos acabaron con la vida de un hombre que se encontraba en un taller de mecánica automotriz. A pesar de que la alerta era evidente, las autoridades del municipio no adelantaron las acciones pertinentes para garantizar la seguridad de los habitantes de Samaniego.
Libardo Montenegro era un reportero reconocido en la región por su frecuente participación en la parrilla de programación de Samaniego Stereo. Según sus compañeros de la emisora, todas las mañanas Montenegro estaba al aire de ocho a diez de la mañana para presentar el informativo “Café al día” y luego, de dos a cuatro de la tarde, conducía un programa musical llamado “La Rocola”. Los colegas de Montenegro cuentan que era un hombre muy querido por la comunidad y que su voz era inconfundible “era la mejor voz de aquí de Samaniego”, afirma uno de sus colegas.
Parte del reconocimiento que tenía Montenegro en el municipio se debía a que desde muy niño el reportero se interesó por las labores informativas. Sus compañeros cuentan que su abuelo fue la persona que fundó la radio comunitaria y que, desde entonces, él empezó a participar activamente en el medio de comunicación. Adicionalmente, la familia Montenegro siempre ha estado ligada a la emisora y a medida que aquel adquirió más experiencia se fue involucrando mucho más con las labores comunitarias. Los habitantes de Samaniego recuerdan al comunicador como una persona cercana a las necesidades de los habitantes, como un hombre amable con las personas de su comunidad, que no tenía ningún tipo de conflictos.
Uno de los familiares de Montenegro cuenta que durante los últimos años que el periodista participó en la emisora, su interés periodístico se centró en informar sobre los temas de paz y derechos humanos. Por esta razón, en 2017, Montenegro hizo parte del proyecto “Así suena la paz en los territorios”, una iniciativa de varios medios comunitarios en el país que buscaba narrar los hechos vividos durante el conflicto armado y desde allí apostarle a informar sobre la implementación de los acuerdos en los territorios. Según cuenta una de las personas de la emisora, a través de este espacio, Montenegro entrevistó a víctimas del conflicto armado en la región para que el municipio conociera sus historias y en varias ocasiones alertó a las autoridades sobre irregularidades frente a los compromisos del gobierno con respecto a los acuerdos firmados en La Habana.
Durante los últimos días que Montenegro estuvo al aire promovió la “Marcha por la paz y la vida de Samaniego” que se realizó el 14 de junio en Pasto, tres días después de su muerte. Esta iniciativa buscaba denunciar la difícil situación de violencia que vive Samaniego y estaba siendo liderada por Leobar Ibarra, otro periodista del municipio que hace algunos años tuvo que salir de la emisora por amenazas contra su vida.
Ibarra era muy cercano a Montenegro y, por esta razón, el reportero comunitario lo invitaba frecuentemente a su espacio informativo para llamar la atención sobre las problemáticas del municipio. Días antes de la movilización que se realizaría en Pasto, Montenegro grabó una cuña para invitar a las personas del municipio a que participaran en la manifestación que tenía como fin exigirles a los violentos respeto por la vida de los habitantes de Samaniego y hacer un llamado a las autoridades para que atendieran las necesidades de la comunidad.
Los familiares y amigos de Libardo Montenegro no se atreven a emitir ninguna hipótesis sobre el asesinato del periodista. Para ellos fue una situación que los tomó por sorpresa, debido a que Montenegro no tenía enemigos y nunca había mencionado haber recibido amenazas por su labor en la emisora. Sin embargo, todas las personas entrevistadas coinciden en que él era alguien muy reservado que hablaba muy poco sobre su vida personal. Incluso, una de las trabajadoras de la emisora asegura que el día del asesinato el reportero se mostró nervioso y se veía muy mal de salud. Cuenta que Libardo se le acercó y le dijo “me duele mucho el corazón, me voy a morir”. Ella lo tomó de las manos y manifiesta que Montenegro las tenía muy sudorosas, pero que no le quiso contar mayores detalles sobre su situación.
Hipótesis del asesinato
El asesinato de Libardo Montenegro ha generado mucha incertidumbre entre sus familiares y amigos y ha dado lugar a especulaciones entre la comunidad. A pesar de no tener certezas sobre las razones del homicidio, las autoridades y las personas cercanas al comunicador señalan que existen al menos dos hipótesis sobre su asesinato:
La primera de ellas es que a Montenegro lo asesinaron por su labor como periodista. Leobar Ibarra, el periodista que trabajaba de la mano con el comunicador comunitario, es uno de las personas que se inclina por esta hipótesis y teme que su vida también esté en riesgo. Ibarra manifiesta que el asesinato de Montenegro estuvo motivado por la promoción de la marcha por la paz y los últimos programas en los que juntos hablaron al aire sobre la difícil situación de seguridad que enfrenta Samaniego.
El periodista asegura que cuando Montenegro lo invitaba a participar en la emisora, Ibarra le sugería que le hiciera preguntas para abordar los temas sensibles de Samaniego sin que Montenegro tuviera que ser el autor de las denuncias. Ibarra manifiesta que en alguna ocasión ante una pregunta que le sugirió, Montenegro se negó a hacerla argumentando: “esa pregunta no se la puedo hacer al aire porque me regañan acá en la emisora”, refiriéndose a las denuncias que hicieron juntos y que pudieron poner en riesgo la vida de Montenegro. Agregó que en los días en los que se hizo la invitación al evento del 14 de junio, el reportero comunitario le manifestó que tenía dudas de participar en la movilización porque temía por su vida.
A pesar de que algunos familiares y amigos del comunicador afirmaron que no creen que este haya sido un motivo suficiente para que los violentos cometieron el homicidio. Ibarra considera que, en medio del contexto de violencia que se vive en Samaniego, ésta puede ser una razón suficiente para atentar contra la vida de un periodista con el liderazgo que tenía el reportero comunitario. Al respecto, los habitantes del municipio señalan que han tenido conocimiento de organizaciones o “escuelas” de sicariato en la región y que hay jóvenes de Samaniego dispuestos a cometer este tipo de delitos a cualquier precio. Una de las familiares de Montenegro se refirió a esta posibilidad y no la descarta del todo: “aquí es suficiente con pagarle a un muchacho 100 mil o 200 mil pesos por asesinar a alguien”.
Uno de los funcionarios de la región se refirió extraoficialmente también al homicidio de Montenegro y sostuvo que puede existir una relación entre el homicidio y la publicidad de la marcha del 14 de junio: “la voz de Libardo era inconfundible y el anuncio estuvo al aire unos días antes del asesinato”. Esta versión coincide con lo manifestado por los trabajadores de la emisora, quienes aseguraron que durante el día del asesinato la invitación a esta manifestación circuló en la parrilla de programación de la emisora.
Para el funcionario, las denuncias que Montenegro hacía al aire sobre el conflicto que se vive en Samaniego pueden motivar acciones violentas por parte de los grupos al margen de la ley, debido a que es un municipio en constante disputa por su ubicación estratégica. El funcionario explicó que el municipio nariñense está ubicado en la región montañosa del departamento y que los ríos que lo rodean, como el San Juan y el Pacual, convierten a Samaniego en una ruta predilecta para que los violentos transporten la pasta de coca que se cultiva en la cordillera a la zona fronteriza del pacífico colombiano con el fin de exportarla ilegalmente.
Sobre las denuncias que hacía Montenegro en la emisora, la FLIP tuvo acceso a un fragmento de la sección Semillas de Esperanza, que se emitió en 2018, previo a las elecciones presidenciales y en los que el periodista hacía llamados como el siguiente: “hace un promedio de unos 35 años en el municipio de Samaniego no se conocía lo que era la coca, lo que era la amapola y aunque no lo crean la gente vivía tranquila, (...) pero desafortunadamente la droga nos la trajeron aquí y eso fue lo que conllevó de alguna forma a que vengan los grupos armados, a que se generen espacios de violencia y hoy en día nuestros jóvenes se han apoderado de eso y piensan que el camino de los cultivos ilícitos es como la última oportunidad que tienen. Entonces hablando de propuestas de paz, de posconflicto, simplemente hacerles ese llamado, esa reflexión a que le apostemos a la vida, le apostemos a la paz, a la tranquilidad”.
Al reflexionar sobre este tipo de contenidos, una de las compañeras de Montenegro en la emisora considera que la invitación a la movilización no fue el único contenido que el reportero emitió sobre temas relacionados con la paz. Por esta razón, ella sostiene que los violentos pudieron asociar la inconfundible voz del periodista y las últimas entrevistas a Leobar Ibarra en Samaniego Stereo con el liderazgo de Montenegro para llamar la atención sobre la situación de seguridad del municipio.
La segunda hipótesis es la que relaciona el homicidio de Montenegro con un conflicto personal que el reportero tenía con la expareja de su actual compañera sentimental. Quienes se inclinan por esta versión son, sobre todo, las autoridades del municipio que desde el primer momento del asesinato le apuntaron a esta hipótesis. Algunos de ellos afirman que tienen información suficiente para asegurar que este fue el motivo del asesinato.
Los familiares del periodista manifiestan que Montenegro había iniciado una relación hace aproximadamente seis meses con una mujer de un municipio cercado y que se habían ido a vivir juntos meses antes del asesinato. Sin embargo, las personas cercanas al reportero no conocían muchos detalles sobre esta relación.
Los rumores entre las personas del municipio señalan que semanas antes de que ocurriera el homicidio, el reportero había tenido una discusión con la expareja de su compañera. De inmediato las autoridades asumieron esta versión como la principal hipótesis del asesinato, manifestando que se trataba de un conflicto sentimental y descartaron que Montenegro desempeñara alguna labor periodística que lo pudiera poner en riesgo. Así lo manifestó Jhon William Peña, coronel de la Policía encargado del comando operativo de seguridad ciudadana del departamento de Nariño, quien al otro día del asesinato se refirió a Montenegro como un locutor que se dedicaba a las labores de perifoneo en el municipio.
Los familiares y amigos del comunicador asesinado consideran que las autoridades de Samaniego han querido hacer eco de la versión que relaciona el asesinato con este conflicto sentimental para desvirtuar los cuestionamientos que existen sobre la difícil situación de derechos humanos que enfrenta el municipio. En ese sentido, a los colegas de Montenegro les preocupa que se desconozca la labor periodística del comunicador, debido a que esto contribuye a invisibilizar el riesgo al que pueden estar expuestos por la labor informativa que continúan ejerciendo.
La sentencia de silencio
Más allá de las hipótesis sobre el asesinato de Libardo Montenegro, este tipo de violencia no sólo logra silenciar una voz crítica, sino que afectan el libre desarrollo de la labor periodística, debido a que crean una atmósfera de temor para los periodistas que continúan haciendo cubrimientos de interés general en el municipio. Esta situación es especialmente grave si se tiene en cuenta la escasa oferta informativa que hay en el municipio y que contribuye a que los pocos periodistas que trabajan allí sean el foco de los actores violentos. Además de la radio comunitaria, en Samaniego solamente hay tres medios de comunicación: dos radios de la Fuerza Pública y el Canal Comunitario Satel.
Al respecto, Leobar Ibarra y los demás periodistas de Samaniego manifestaron que se sienten temerosos de hacer cualquier tipo de denuncias que puedan afectar los intereses de grupos políticos y actores armados de la región, debido a que su nivel de exposición puede ser muy alto. Además, afirmaron que se sienten en total desprotección por parte del Estado y coincidieron en que este tipo de escenarios son una sentencia de silencio para el periodismo en la región.
La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) expresa su preocupación la falta de garantías para el desarrollo de la labor informativa en Samaniego y considera problemático que las autoridades locales no reconozcan el trabajo periodístico de Montenegro y el riesgo que enfrentan los demás reporteros en el municipio. A partir de la información recolectada, la Fundación reconoce el asesinato de Libardo Montenegro como el 160 de la lista de reporteros asesinados por el desarrollo de sus labores informativas en Colombia.
La FLIP le solicita a la Fiscalía General de la Nación que considere como principal hipótesis del asesinato la actividad periodística que Montenegro venía desempeñando en el municipio e investigue los hechos con celeridad para dar con el paradero de los responsables de este crimen. Las sanciones judiciales en este tipo de situaciones son un precedente importante que contribuye a disuadir la ocurrencia de nuevas violencias contra la prensa. Así lo ha dispuesto la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en su informe Violencia contra periodistas y trabajadores de medios: “Para prevenir la violencia contra periodistas y trabajadores de los medios de comunicación es indispensable que el ordenamiento jurídico sancione estas conductas de manera proporcional al daño cometido”.
Teniendo en cuenta que los últimos asesinatos contra líderes sociales en Samaniego continúan en la impunidad, la FLIP le hace un llamado a la Procuraduría General de la Nación para que haga un seguimiento exhaustivo de las actuaciones de los funcionarios judiciales con el fin de velar porque haya diligencia y celeridad en las investigaciones penales.
Por último, la FLIP le solicita a la Unidad Nacional de Protección (UNP) que haga una evaluación de la situación de riesgo que enfrentan los periodistas en Samaniego con el fin de implementar las medidas de seguridad necesarias para salvaguardar la vida y la integridad de quienes continúan desarrollando su labor en este contexto de violencia.
La FLIP rechaza el asesinato del periodista Libardo Montenegro en Samaniego y exige investigaciones
Pronunciamiento - jueves, 13 junio 2019
El 11 de junio de 2019 fue asesinado en el municipio de Samaniego (Nariño) el periodista José Libardo Montenegro, integrante de la emisora comunitaria Samaniego Estéreo. Según la gobernación de Nariño, un reporte de la fuerza pública señala que el asesinato fue cometido en horas de la noche por dos sicarios que se desplazaban en moto.
La FLIP se comunicó con Ricardo Álvarez, compañero de Libardo en Samaniego Estéreo. Los periodistas trabajaban juntos de lunes a viernes. Según Álvarez, Libardo presentaba varias secciones de la emisora: programa informativo El despertador, en la mañana; luego el magacín Café al día y un programa de dos a cuatro de tarde con música y cápsulas informativas. De acuerdo con Álvarez, Libardo publicaba información del municipio, centrándose en noticias municipales y departamentales.
En la noche del asesinato, el periodista Leobar Ibarra Fernández, director del programa Nuestro Sur Televisión, informó que Libardo le había concedido una entrevista esa mañana. Según Ibarra, en la entrevista hablaron de un encuentro por la paz que éste estaba organizando para el viernes 14 de junio, por la defensa de la vida y los derechos humanos en Samaniego.
Adicionalmente, según Giovanni Melo, coordinador de la Oficina Local de Paz de la Secretaría de Gobierno de Samaniego, no tienen reporte de amenazas en contra de Montenegro. Melo añadió que el contexto de seguridad del municipio es complejo y que han hecho varios llamados al gobierno nacional para que investigue e intervenga sobre esta situación.
Según cifras de Cartografías de la Información, Samaniego hace parte de los 578 municipios con déficit de oferta de información local o zonas silenciadas. En el municipio sólo hay cinco medios de comunicación: dos son de fuerza pública, una radio comercial, un canal de televisión comunitario y una emisora comunitaria que es Samaniego Estéreo 104.1 FM. Se tiene registro de un solo informativo: el de la emisora comunitaria en la que trabajaba Libardo Montenegro..
De acuerdo con Fundepaz, 15 defensores de DDHH han sido asesinados en lo corrido del año en Nariño. El 20 de mayo fue asesinada por dos sicarios en el mismo municipio Paula Andrea Rosero Ordóñez, personera del municipio. De acuerdo con el diario El Espectador, Rosero habría recibido amenazas luego de denunciar malos manejos en el hospital local. Por otro lado, según Caracol Radio, el mecánico Víctor Fernando Corrales fue asesinado horas antes del crimen contra Montenegro en el mismo municipio.
La FLIP conoció un audio en el que el Coronel Jhon Peña, subcomandante de la Policía de Nariño, expresó que Libardo Montenegro se desempeñaba como locutor, en actividades de perifoneo en el municipio. Como se indicó anteriormente, la FLIP documentó que Montenegro era un periodista reconocido en el municipio con una larga trayectoria en medios de comunicación incluyendo la conducción de un programa informativo.
La calificación de la Policía no solo es precaria sino contradictoria con la labor que Montenegro desarrollaba en el municipio. Si bien la relación del asesinato con el oficio está en proceso de documentación, no hay un solo insumo para que la Policía desconozca su condición de periodista. Cuando las autoridades desconocen el rol de periodista se puede afectar las cifras oficiales de registro y monitoreo del fenómeno de violencia contra la prensa. Los impactos de esta reacción -imprudente- se agudizan en municipios como Samaniego donde la prensa regional es escasa y vulnerable.
La FLIP rechaza el asesinato del periodista Libardo Montenegro y hace un llamado a las autoridades para que se investiguen los hechos y se sancione a los responsables. Además la Fundación le solicita a la Fiscalía que tenga como hipótesis de la investigación sobre los móviles del crimen el desarrollo de su labor periodística. La FLIP se solidariza con los familiares y colegas de Libardo Montenegro y continuará la documentación del caso.