El periodismo en Barranquilla Marcado por la pauta
Por Patricia Iriarte.
En Barranquilla, como sucede en otras ciudades del país, la labor periodística está permeada por los más diversos intereses y sometida a riesgos, amenazas y presiones de todo tipo que ponen en entredicho la imparcialidad de la información y la rectitud de los comunicadores. En algunos de los 22 noticieros de radio, los siete de televisión y en dos de los tres diarios locales (El Heraldo y La Libertad), el trabajo noticioso se ve interferido por una figura que parece haberse institucionalizado en el periodismo colombiano y es la asignación de cupos publicitarios como parte de la remuneración al periodista.
La crisis económica de las empresas, la reducción y concentración de la torta publicitaria en los grandes medios nacionales y una sobreoferta de mano de obra, conspiran contra los medios de comunicación regionales, generando situaciones irregulares con las que periodistas, medios, sociedad e instituciones se han acostumbrado a vivir: subordinación ante barones de la política, chantajes del periodista a la fuente, sobornos de la fuente al periodista o arreglos entre jefes de prensa y reporteros para dividirse el valor de los contratos.
Las precarias condiciones laborales en que los periodistas barranquilleros deben ejercer y el sistema de contratación que se ha impuesto, sin regulación alguna por parte del Estado, determina que en nuestro medio todo tenga un precio, y por ello los periodistas manifiestan encontrarse muchas veces "entre la espada y la pared", es decir, entre su deber de informar y sus posibilidades de ingresos.
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