Edison Molina: el 'Enano' que denunció la corrupción en Puerto Berrío
Por: Ángela María Agudelo Urrego
Cada vez que una pareja llegaba a la oficina de Edison Molina decidida a solicitarle el divorcio, salía con los votos renovados. El abogado, con un tono conciliador y carismático, les convencía que la mejor solución era el diálogo, la escucha y el perdón. “Le decían el psicólogo, la doctora corazón”, cuenta Leonardo Ortega, amigo de Edison y líder social de Puerto Berrío. Se ríe con algo de nostalgia por la broma. También recuerda que Edison era capaz de hacer una colecta o regalar sus zapatos si alguien más los necesitaba o que, hace unos días, una señora le contó que si no hubiera sido por la ayuda de Edison, no tendría un subsidio. El mismo abogado, que luego se convirtió en periodista y que incomodó a más de uno.
Edison nació en Cali, en 1972. Quizás por eso no pasaba mucho tiempo sin escuchar una buena salsa o de pedir ‘Vive’, la canción de José María Napoleón, en cada bar o sitio que visitaba. Mejor si la acompañaba con una cerveza fría para mermar el calor de Puerto Berrío, un municipio empotrado en el costado antioqueño del río Magdalena. Edison también solía despertarse temprano a trabajar, a leer un libro que tenía pendiente o algún documento necesario para su trabajo en la radio. En la tarde salía por el pueblo, conversaba con colegas, trabajaba o cocinaba, que era otra de las cosas que hacía muy bien. Y en la noche, esperaba que Luz Marina de la Pava, su esposa y con quien tenía dos hijos, saliera del banco donde trabajaba, para ir con ella a su casa.
Era abogado y periodista, aunque su pasión inicial fue la arquitectura. Sin embargo, por razones económicas, no logró estudiar esa carrera y tuvo que trabajar junto con un abogado. Así llegó al Derecho y a ayudar a cientos de porteños, como se conoce a las y los habitantes del municipio, especialmente a quienes no sabían sobre asuntos legales o no tenían cómo pagarlos. Acompañó y asesoró sin pedir dinero a cambio, e instruyó sobre conceptos y procesos clave como las tutelas. “Era un hombre que usaba el derecho para ayudar a la gente, no para cobrar”, cuenta Alina Castrillón, periodista local que conoció a Edison cuando realizaba un reportaje. Desde ahí, él se convirtió en un amigo e incluso, en una fuente de información.
Luego saltó al periodismo. Luz Marina recuerda que Orlando López, periodista de Puerto Berrío Stereo, le propuso hacer un programa donde Edison hablara de las cosas que deseaba hacer y de cómo quería ayudar a las y los porteños. Entonces, los miércoles en la noche, encendía el micrófono y presentaba “Consultorio jurídico”, un programa en el que además de hacer pedagogía a través del derecho, denunciaba asuntos como la corrupción u otras irregularidades por parte de los actores políticos del municipio, especialmente del entonces y actual alcalde, Robinson Baena.
Junto con Leonardo y otros colegas, y desde 2011, Edison presentó más de cuarenta denuncias en contra de Baena. La respuesta del funcionario fue la persecución y la estigmatización: “Hay un enano que no me deja trabajar”, “hay un enano que me pone obstáculos”, “hay un enano poniéndome denuncias por esto”, decía públicamente. En 2013, cuando ya era alcalde y aprovechando una declaración ante medios de comunicación, aseguró que “había que eliminar a quienes andan en las redes sociales hablando tonterías, injurias, calumnias en contra de Robinson Baena”.
Ese enano era Edison y el término, aunque usado de manera despectiva por Baena y sus seguidores, terminó siendo una manera de visibilizar y reconocer a Edison y a su trabajo. Él y otros colegas que lideraban la oposición en el municipio crearon ‘Los Enanos Porteños’, un grupo en Facebook que cuenta con más de 7.500 miembros y que sirvió, y aún funciona, como canal de información coyuntural y de interés, especialmente en un municipio que se informa por esta red social.
“Aquí no se protestaba, aquí se acostumbró la gente a vivir como le tocaba por orden de quien tuviera el poder. Y con los Enanos Porteños resurge que la ciudadanía se quejara —dice Alina—. Y por primera vez en muchos años se hizo una marcha, precisamente contra esas acciones que hacía la alcaldía de la época”. Fue el 5 de noviembre del 2012, en el primer año de la alcaldía de Baena.
“Después de esa marcha fue impresionante la persecución —recuerda Leonardo—. Empezaron a amenazarnos, a gritarnos o a tirarnos cosas en las calles. Luego pasaron a las amenazas con Edison: empezaron a mandarle piedras envueltas en papel y mensajes que decían “te vamos a matar, enano”, “te quedas callado o te desaparecemos”. Edison fue víctima de acoso, ofensas e intimidación por parte de anónimos y de otros funcionarios de la administración local. Y en otra ocasión, rompieron los vidrios de su oficina con piedras que traían mensajes como “se calla o lo callamos”.
El periodista y sus colegas denunciaron las amenazas que recibían como represalia a sus denuncias. Le informaron a la Policía, a la Fiscalía, a la Procuraduría, pero nadie investigó, ni les dio respuesta o medidas de protección.
El 11 de septiembre de 2013, y como era usual, Edison esperaba a Luz Marina en Solo Salsa, uno de los selectos bares de este género musical, en un municipio que suele escuchar más vallenato o reggaetón. A eso de las 7:30 p.m. se encontraron y salieron camino a su casa, lejos del centro del municipio. En el camino, les dispararon. Ambos fueron trasladados al Hospital La Cruz, pero el periodista llegó sin signos vitales.
Hasta el 2018, el Estado colombiano reconoció su responsabilidad en el asesinato, pues falló en su obligación de proteger la vida e integridad de Edison Molina. Sobre todo, teniendo en cuenta que sabían del riesgo inminente que corría. Y hasta 10 años después, en el 2023, se realizó un acto simbólico en el municipio en el que participaron las autoridades locales y la comunidad de Puerto Berrío. Además, en el parque se instaló un monumento en su honor. Sin embargo, a pesar de las múltiples peticiones de justicia y de las iniciativas lideradas por familiares y colegas, aún no hay respuestas ni avances claros. El caso sigue en la impunidad. “Una promesa que se le hizo a Edison era que íbamos a marchar cada 11 de septiembre hasta que se hiciera justicia -cuenta Alina-. Creo que nos tocará seguir marchando hasta el día de la muerte de cada uno de nosotros”.
Para la periodista, con el asesinato de Edison Molina se perdió la verdad en Puerto Berrío. Desde ese momento se ha instalado la autocensura: muchas personas temen señalar a los actores políticos, por lo que han recurrido a los perfiles falsos en Facebook para denunciar o expresar sus quejas. Por su parte, Leonardo cuenta que, recientemente, uno de los colegas salió desplazado y otro no ha aparecido. Incluso, él también ha sido víctima de atentados y amenazas, por lo que decidió parar con las denuncias, a pesar de que varias personas le siguen compartiendo información. “Se instauró una cultura del silencio y de la aceptación de lo que sucediese”, complementa Alina.
Pero con el asesinato de un periodista, hay otro impacto más allá del informativo. Ese que está más allá de los silencios de las oficinas o las cabinas de radio, o del que se instaló en la Calle de los Lamentos, un lugar en Puerto Berrío donde, con un tinto en la mano, las y los porteños le contaban a Edison de manera informal sus quejas y peticiones. Está el impacto social, las heridas en los tejidos familiares y colectivos. “Yo cuento los amigos con estos dedos —dice Leonardo, señalando su mano derecha—. Tenía cinco, y ahora me quedan cuatro. Ha sido muy duro, no solamente en la falta que hace como amigo, sino el dolor que veo en la familia”.
“Edison Molina era un hombre brillante… Y lo asesinó un ignorante. Y esa paradoja no me deja dormir”, es una de las frases que, cada 11 de septiembre, recorría Puerto Berrío de la mano de colegas y familiares para recordar al periodista y, por supuesto, seguir buscando justicia. Justo hoy, 11 de septiembre de 2025, la promesa que menciona Alina se pospone. Ante la creciente polarización en el municipio y el temor, la familia de Edison decidió no marchar por primera vez desde el 2013. Ni el alcalde Baena ni alguna otra institución les ha contactado para brindarles apoyo ni seguridad en esta iniciativa de memoria.
Mientras, y a pesar de que no saldrán a las calles del municipio, tanto Leonardo como otros colegas de Edison han publicado mensajes y fotografías apoyando y reivindicando la labor del periodista que fue asesinado hace 12 años. Piden que la justicia actúe pronto y sancione a quien está señalado de haber determinado el crimen. Y en cada uno de sus posts, en las menciones de amigos y familiares que lo recuerdan con amor, pronuncian y escriben cada sílaba de su nombre con un cuidado sutil para no olvidarlo. Para recordar lo que hizo en Puerto Berrío y que la lucha por la justicia seguirá siendo una tarea constante. Como lo escriben al final de sus publicaciones, “¡Molina vive!”
Desde la FLIP, como representantes del caso de Edison Molina, continuaremos acompañando a su familia y haciendo un llamado para la justicia, la reparación integral y la memoria. Es fundamental que las investigaciones avancen para identificar a todos los responsables, especialmente a quienes determinaron el asesinato, y para que este atentado contra la vida y la libertad de expresión no quede en la impunidad.
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