Marcos Efraín Montalvo: la escuela periodística de Tuluá
Por: Ángela María Agudelo Urrego
Mauricio Altamirano aprendió a leer a los cinco años. Pero entre tantas hojas y títulos, recuerda uno en especial: hacia 1984, más o menos, leyó por primera vez Breve Historia Social, Económica e Historiográfica de Cali. Unas 270 páginas de datos históricos y relatos sobre la capital vallecaucana. “Me encantaba ese bendito libro”, admite con una risa tímida. Pero más allá del texto, Mauricio guarda con cariño ese recuerdo porque fue su tío, Marcos Efraín Montalvo, quien le heredó ese amor por la lectura y, sin quererlo, por el periodismo.
“Empezó a regalarme reseñas, biografías de políticos y próceres. Y en mi casa pues los libros nunca faltaron. Entonces yo, a los 10 u 11 años, ya me había devorado toda la biblioteca. Y Marcos se encargaba de darme más libros. Siempre sostuvo que la lectura era demasiado importante”, cuenta Mauricio. Él es periodista, con más de 25 años de experiencia en el oficio, y hoy dirige El Instante, un medio de comunicación digital en Tuluá. Para él, ese acercamiento en la lectura fue clave para fortalecer la relación con su tío. “Marcos era uno de mis tíos menores y fue una figura muy importante. Siempre admiré tener un tío periodista en la familia y, a medida que fui creciendo, se convirtió en mi maestro”.
Marcos Efraín comenzó su carrera periodística en la prensa y en la radio. Trabajó en medios de comunicación locales como El País de Cali, Radio Reloj, La Cariñosa, el periódico La Variante y el semanario El Tabloide. Más tarde se aventuró a informar a través de redes sociales, con dos páginas de Facebook que llevaban su nombre. Pero, sin importar el canal o formato, lo suyo era la denuncia política. Hablaba de seguridad, movilidad, delincuencia e irregularidades de la administración local.
Con sus denuncias hacia los funcionarios y actores de poder local, y las acciones que promovió con tales investigaciones, se convirtió en el periodista político más reconocido de Tuluá. Por ejemplo, Marcos insistió durante casi un año para que el gobernador de ese entonces, Francisco ‘Kiko’ Becerra, cumpliera sus promesas de campaña e iniciara la campaña de semaforización del municipio vallecaucano.
“Marcos tenía una memoria tremenda, entonces era como consultar una biblioteca. Conocía a todos los actores políticos de la ciudad, sabía su historia, sabía cómo habían surgido. Uno de sus fuertes era el periodismo político”, cuenta Robert Posada, periodista y hoy secretario de educación de Tuluá. Él recuerda a Marcos como ese “gran gurú” y “maestro” para quienes hacían el oficio de manera empírica. Robert era de Tuluá, pero por motivos laborales, académicos e incluso de seguridad, estuvo fuera del municipio varios años. Cuando regresó y se decidió a la denuncia, el único que creyó en él fue Marcos. En medio de una Tuluá escéptica, Montalvo defendió y visibilizó su trabajo, el cual consideraba que era "libre, honesto, vertical", como recuerda Robert.
Aparte de su memoria, la sagacidad de Marcos era halagada por sus colegas y alumnos. Era capaz de encontrar información donde, en apariencia, no había ninguna noticia, o incluso anticipar situaciones y eventos, pues su capacidad de investigación y análisis, sumado al conocimiento de normas y leyes, le permitía comprender los contextos. En la sala de redacción, era implacable y exigente con la escritura, con un cierto perfeccionismo. Pero la apuesta de Marcos también era formar, más que periodistas, buenas personas y buenos compañeros. “Sigo llevándolo presente por su trabajo, por su rectitud, por la forma en que nos enseñó a hacer noticias. A que no debemos quedarnos en un escritorio esperando que nos den información, sino que hay que salir a buscarla, hay que salir a hablar con la comunidad. Sin duda fue mi profesor”, dice Luz.
“Marcos se convirtió en esa universidad. No hablo solo como ese maestro, sino como esa universidad del periodismo —cuenta Luz Adriana Morales, directora de La Hora 12 Noticias, un medio de Guarne, Antioquia. La periodista conoció a Marcos cuando trabajaba en Alerta Valle del Cauca, de Radio Reloj, una filial de Caracol Televisión—. Era un hombre tan polifacético que conocía y hablaba de todos los temas, y de todos nos los explicaba con claridad perfecta, en un lenguaje que entendía tanto el presidente como la persona que menos sabía”.
Eso, más su pasión por la radio, hacía que estuviera al tanto de lo que pasaba. Pero, contrario a guardar la información como un botín preciado y único, la compartía. Por eso también lo recuerdan como un gran conversador. Le gustaba tertuliar, escuchar la radio para enterarse de qué estaba pasando, conversar con un tinto caliente en una mano y en la otra, un cigarrillo recién encendido.“Era un hombre que se sentaba a hablar de anécdotas”, recuerda Luz. Ella y Marcos conversaban sobre debates editoriales o temas de comunicación como la importancia de las emisoras comunitarias. También aprovechaba para compartirle sus dudas periodísticas por el antiguo MSN Messenger.
Algo similar hacía con Robert. Ambos periodistas estaban en orillas políticas opuestas e incluso, tal como lo recuerda Robert, a pesar de ello y de defender posturas diferentes en momentos coyunturales, como el Plebiscito de 2016, luego de la exaltación que podía trabajar estos temas, se sentaban a conversar y a defender sus puntos de vista con calma y respeto. Cuando la ocasión lo ameritaba, eran colegas que compartían información porque para Robert, en el periodismo ninguna mano sobra, especialmente en un municipio donde el oficio se enfrenta a tantos desafíos e intenta resistir en medio de los silencios y las imposiciones. “Marcos era una persona generosa, que no tenía problemas en intercambiar información con uno, en invitarlo a lo que sabía—, cuenta Robert. En el 2020, ambos detectaron la alianza político-criminal que se estaba fraguando en Tuluá. Cada uno denunció por su parte, se intercambiaban información, se compartían datos y se confirmaban cosas—. Él era un alma muy libre, y ese es el recuerdo que guardo de él”.
Si les preguntan por la fecha, cada uno tiene un recuerdo peculiar. Cada 19 de septiembre, Luz Adriana evoca una memoria agridulce: el cumpleaños de su hijo coincide con el asesinato de Marcos Efraín. Aún recuerda cuando estaba celebrando la vida de su hijo y la llamaron para avisarle del homicidio. Robert recuerda que cinco días antes, el 14 de septiembre, fue víctima de un atentado del que afortunadamente salió ileso, pero que enviaba una advertencia a los periodistas que denunciaban, especialmente a Marcos. Y para Mauricio, es un recordatorio más de que se debe seguir luchando por la justicia.
Hasta este año se logró un avance en el caso: Cristhian Camilo Chávez Muñoz, alias ‘Chepe’, fue condenado a 20 años de cárcel por su participación en el homicidio del periodista. Sin embargo, aún falta identificar y sancionar a quienes ordenaron el asesinato, y reparar de manera integral a las víctimas. “Este homicidio no puede caer en la impunidad. No puede ser una cifra más, no puede ser un registro más. Esa ha sido mi lucha personal —dice Mauricio—. El medio que dirijo actualmente hace todas las publicaciones referentes a lo que sucede con su caso, con los presuntos responsables e implicados en él. Somos el único medio en Tuluá que lo hace, porque ningún otro medio, ningún otro periodista habla de lo que pasó con el homicidio de Marcos”.
Esto se suma al complejo contexto del municipio. En las últimas décadas, Tuluá se ha caracterizado por una violencia versátil: presencia de distintos grupos armados ilegales, disputas entre bandas criminales urbanas y nexos entre política y narcotráfico.
Por supuesto, esto ha minado la labor periodística. Durante el 2021, se registraron 3 agresiones a periodistas en el municipio, una cifra que ascendió a 4 en 2022 y 5 en 2023. A pesar de que en los últimos dos años (2024 y 2025) descendió, el periodismo sigue enfrentando intimidaciones y amenazas por parte de las bandas criminales que operan en la ciudad, que instrumentalizan a los comunicadores y los obligan a publicar su información. Esto pone a las y los periodistas en el medio.
Así sucedió con Marcos, quien antes de su asesinato, recibió varias amenazas físicas y a través de redes sociales por las denuncias relacionadas con la Alcaldía de Tuluá entre 2019 y 2021, y sobre los denominados carteles del cilantro y de la cebolla, reconocidos por extorsionar a vendedores y comerciantes de la región.
“Fue un periodista muy profundo, veraz, que no le tenía miedo a decir las cosas. A muchos nos inculcó eso: hablar con la verdad —recuerda Luz Adriana. Y siempre nos metió en la cabeza que el oyente, la comunidad era más importante que un funcionario, porque el funcionario público pasaba y la comunidad quedaba. Los funcionarios públicos se iban y los periodistas quedábamos y eran quienes íbamos a ser los referentes de las generaciones”.
Mauricio cuenta que su hija está a punto de graduarse del colegio. Aún no se decide: está entre ciencia política o periodismo. La última, por supuesto, por mímesis de su padre y de su tío Marcos Efraín, de quien ha preguntado más de una vez. Y es que Marcos sigue siendo una escuela: su nombre se repite en las conversaciones de quienes lo conocieron, en las aulas improvisadas del oficio y en las nuevas generaciones que buscan un ejemplo. En Tuluá dejó sembrada una semilla que no depende de un salón de clases, sino de la memoria compartida. Mientras se siga recordando su historia, Marcos seguirá enseñando, acompañando y marcando caminos.
“Me duele todavía saber que no está, porque perdimos un maestro, perdimos un amigo, perdimos una persona que no necesitaba hacerle daño a los demás para contar lo que estaba pasando. Y que se convirtió en un referente del periodismo, no solamente para Tuluá sino para el Valle del Cauca y quizás para muchas regiones de Colombia, hasta donde alcanzó a llegar su voz”.
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Friday, 01 August 2025