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Periodista reconoce al asesino de su jefe

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Friday, 16 November 2007

Periodista reconoce al asesino de su jefe

A las 10:50 de la noche del viernes 19 de octubre de 2007, Omar García, salió por la puerta del muelle internacional del aeropuerto El Dorado. Como suelen ser los días en ésa época del año, una leve llovizna y un intenso frío, se imponían en la capital bogotana.

Arribó a Colombia seis años después, para cumplir un par de diligencias judiciales, que si bien le produjeron nerviosismo, las cumplió porque era el deber moral con un amigo, su familia, él mismo, pero ante todo, porque así cerraría un ciclo emocional de muerte, amenazas, atentados y exilio.

Vino para ampliar una declaración ante, Gustavo Adolfo Reyes Leyva, Fiscal 6º Unidad de derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de la Fiscalía en Bogotá y hacer un reconocimiento en fila de presos, del sicario que asesinó a José Duviel Vásquez Arias e intentó hacer lo mismo con él, una mañana del 6 de julio de 2001.

Cargado de maletas y unos kilos de más, se le veía emocionado de estar por cuarta vez en el país que abandonó el 25 de agosto de 2001, luego de que los organismos de seguridad del Estado, le dijeran que debía salir junto a su familia porque corría peligro y no tenían la manera de salvaguardar su integridad o la de los suyos.

“Siento nervios por estar arriesgando la vida, pero siento también una gran satisfacción de poder ayudar en este caso, de que se esclarezca, y por fin, se haga justicia con uno de los tantos periodistas que han sido asesinados en este país” manifestó.

Cómo supo del asesino

El 7 de agosto de 2007, Omar García, revisando por Internet la prensa colombiana, como lo hace desde su partida, no sólo para estar al tanto del acontecer nacional sino también, por la nostalgia de un oficio que ejerció durante 20 años. Se encontró, en el diario ‘La Nación’, de Neiva, una información que si bien no le dijo mucho al principio, lo dejó paralizado cuando se detuvo en la fotografía que acompañaba la nota: “Asegurados milicianos de las FARC” y vio al individuo que asesinó a su jefe, José Duviel Vásquez, e intentó hacer lo mismo con él.

El periódico La Nación informó que, Tiberio Hernán Bocanegra Urueña, de 35 años de edad, junto a cinco milicianos más del frente 61 'Timanco' de las FARC, fueron capturados por el Gaula de la Policía en los municipios de Pitalito, Acevedo y el corregimiento de San Adolfo, departamento de Huila. La Fiscalía Primera Especializada de Neiva, acusó al comando guerrillero de cometer acciones delincuenciales al sur del departamento de Huila.

Reconocimiento en fila

El 29 de octubre a las 5:50 de la mañana Omar Orlando abordó un vuelo de la aerolínea Aires para confrontar sus recuerdos y reconocer valientemente a la persona que cambió su vida. Viajó a la ciudad de Ibagué, occidente colombiano, para cumplir con la segunda diligencia judicial a la que vino, reconocer en fila al asesino.

A las 10:00 de la mañana, en un amplio patio del centro penitenciario y carcelario Picaleña, siete detenidos portaban un cartel numerado a la altura del pecho, parados frente a una puerta metálica azul con una mirilla con vidrio semioscuro en la parte superior.

Detrás de ésta, invadido por los nervios, mientras aguardaba en un estrecho pasillo cercano a una puerta donde ingresaron y salieron presos que no dejaban de mirarlo, Omar García, acompañado de los delegados de la Defensoría del Pueblo, del de la Procuraduría General de la Nación, el Fiscal Gustavo Reyes y, un miembro de la Alianza FLIPYS. Sin dejar notar su temor y bajo la gravedad de juramento, identificó en un primer reconocimiento a Tiberio Bocanegra, quien portaba el cartel número 3. Luego, en una segunda salida con ropa distinta y en chancletas, volvió a reconocerlo con el número 6.

Para Omar no cabía duda. En ese centro penitenciario, que hasta la tercera semana de octubre albergó a 1910 reclusos, se encontraba Tiberio Hernán Bocanegra Urueña, alias 'Tiberio'. El hombre que le quitó la vida al director del noticiero radial, ‘Última Hora Caracol’, que se emitía por ‘La Voz de la Selva’, en Florencia, Caquetá.

Bocanegra Urueña disparó en dos ocasiones a quemarropa, a través de la ventanilla del automóvil Renault que conducía Jose Duviel. Los proyectiles impactaron en la cabeza del periodista, cuando éste aguardaba en el pare de una calle que desemboca en la avenida Circunvalar de Florencia. Según el relato de García –quien en ese momento acompañaba a su jefe- salvó su vida porque alcanzó a abrir la puerta, la alarma del carro se activó y el sicario huyó intimidado por el escándalo de la sirena.

El proceso

En la Fiscalía Sexta Unidad de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de Bogotá, en investigación previa, reposa el proceso 1702 contra Tiberio Hernán Bocanegra Urueña.

El detenido tiene medida de aseguramiento preventivo sin beneficio de excarcelación, por los delitos de extorsión agravada, homicidio en grado de tentativa, porte ilegal de armas y rebelión. Con el reconocimiento que adelantó García, existen pruebas adicionales en su contra. Ahora resta que éstas se estudien y así definir si se le otorga responsabilidad por el homicidio del periodista.

Esta es la última de cinco diligencias judiciales que cumplió Omar García. La primera, fue la versión inicial que dio en Florencia cuando sucedieron los hechos. La segunda, una ampliación de su versión, en agosto de 2001. La tercera, una segunda ampliación en octubre de 2005. La cuarta, fue un reconocimiento fotográfico el pasado 24 de octubre; y la última, el reconocimiento en fila.

El exilio otra vez

El domingo 4 de noviembre, por el muelle internacional de El Dorado, partió Omar García, con el corazón pertrecho de emociones. Se fue con la esperanza puesta en la justicia colombiana de que este crimen no quedará en la impunidad como todos los demás.

Los catorce días que permaneció en el país le permitieron reafirmar una vez más que el exilio en el que hoy permanece, fue la única oportunidad para él y su familia. Así hoy le cueste honda tristeza, se le entrecorte la voz y le salgan algunas lágrimas sobre sus mejillas.

Se marchó llevando consigo el recuerdo más reciente en la memoria de su familia y una hija de quince años. Una pequeña que esperó todo este tiempo en Colombia para reunirse un día con él, y sus dos hermanas menores que aguardan en un país lejano.

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