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Las FARC amenazan a periodista y al parecer habrían ordenado asesinar al director de un programa de opinión

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Thursday, 11 November 2010

Las FARC amenazan a periodista y al parecer habrían ordenado asesinar al director de un programa de opinión

El pasado fin de semana Bedoya publicó su nuevo libro ‘Vida y muerte del Mono Jojoy’, en el cual relata, basada en fuentes cercanas a él en la guerrilla, detalles hasta ahora desconocidos sobre el líder guerrillero, recientemente abatido. Estas fuentes son insurgentes desmovilizados.

Ayer, martes 9, apareció en la página web de la Agencia de Noticias Nueva Colombia (Anncol), agencia afín a las FARC, un banner que tituló: “Jineth Bedoya, periodista o de la inteligencia militar? (sic)”. El enunciado iba acompañado de una foto de la reportera. Hoy ya fue retirado el banner de esa web, pero puede verlo en la imagen adjunta.

Ayer mismo, la periodista fue contactada por miembros de la inteligencia de la Policía y el Ejército, quienes le informaron que, tras un análisis del hecho, consideraban este mensaje como una amenaza de las FARC contra ella.

En diálogo con la FLIP, la periodista comentó que “esperaba una reacción fuerte de las FARC tras la publicación del libro” pero se encuentra muy preocupada por el alto riesgo con el que las autoridades valoraron su caso.

Al respecto, Wilson Baquero, jefe de prensa de la Policía Nacional, señaló a la FLIP que la situación ya fue dada a conocer a los altos mandos de dicha institución y ayer fue realizada una reunión en la que se tomaron decisiones concretas en materia de seguridad para la periodista.

Jineth Bedoya es una periodista colombiana especializada en investigación sobre el conflicto armado. Ha sido víctima de múltiples amenazas de muerte durante varios años, por lo cual es beneficiaria de medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En el 2000 fue secuestrada, torturada y violada por un grupo de paramilitares, en hechos que aún se mantienen en completa impunidad.


Orden de asesinar al periodista Néstor Morales

Uno de los apartes del libro manifiesta que, según las fuentes de la periodista, ‘Jojoy’ era frecuente oyente del programa de opinión ‘Hora 20’ de Caracol Radio, dirigido por Néstor Morales, porque “le gustaban los análisis sobre la política nacional que allí se hacen”.

Sin embargo, hacia mediados de 2008, el programa abordó en repetidas ocasiones el tema del posible debilitamiento de las FARC tras sufrir varios golpes por parte del Ejército colombiano, entre ellos la muerte de alias ‘Raúl Reyes’. Según Bedoya, esto enfureció ‘Jojoy’, quien un día dijo que “Morales no tiene el bagaje para criticar a las FARC” y enseguida dio la orden a uno de sus subalternos de asesinarlo. Según la reportera, esta información ya era de conocimiento del Ejército por haber sido suministrada por guerrilleros desmovilizados.

Tras conocer la noticia con la publicación del libro, Morales manifestó a la FLIP que se encontraba “sorprendido y preocupado” y señaló que la reciente muerte de ‘Jojoy’ es irrelevante porque al fin y al cabo ya se dio la orden de atentar contra él. Morales agregó que no podía entender cómo, teniendo en cuenta que el Ejército ya tenía esta información, no fue alertado antes por las autoridades.

***

La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) manifiesta su preocupación y rechazo por estos ataques contra los periodistas Jineth Bedoya y Néstor Morales, por parte de las FARC. La FLIP hace un llamado al gobierno nacional para que tome las medidas de protección necesarias y a la Fiscalía General de la Nación para que investigue y encuentre a los responsables de estos hechos. La FLIP exhorta al grupo guerrillero a que respeten la vida de los reporteros y les recuerda que el oficio periodístico está protegido por el Derecho Internacional Humanitario.

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Friday, 26 May 2017

El secuestro tortura y violencia sexual contra la periodista Jineth Bedoya, 17 años en la impunidad

Pese a todo ese tiempo, los procesos que se adelantan por estos hechos avanzan a media marcha debido a que la periodista se ha enfrentado a un sistema judicial negligente y a un Estado sin voluntad política a la hora de investigar y sancionar a los responsables de estos crímenes. Muestra de ello es que, a la fecha, sólo se han producido dos condenas anticipadas en contra de Alejandro Cárdenas Orozco y Mario Jaimes Mejía por la vía de aceptación parcial de cargos.

Este panorama evidencia el poco interés que han tenido las autoridades por buscar justicia efectiva en el caso de Bedoya y que ha derivado en la revictimización y en el desconocimiento de los derechos de la reportera como víctima del conflicto armado.

Visibilidad

En este escenario tan desolador, vale la pena resaltar la valentía con la que la periodista ha afrontado estos hechos y que la han llevado a no rendirse y seguir luchando. Un ejemplo de ello es su labor periodística en el diario El Tiempo, así como las múltiples campañas lideradas por ella, que ha contribuido a la visibilidad de las mujeres agredidas sexualmente con el fin de devolverles la dignidad a las víctimas de este flagelo.

Fruto de este esfuerzo el 25 de mayo se convirtió, desde 2014, en el Día Nacional por la Dignidad de Víctimas de Violencia Sexual y a través del cual se conmemora la lucha y la resistencia que ejercen las mujeres no sólo para evitar ser víctimas de violencia sexual sino también para lograr justicia efectiva en sus casos.

La FLIP le solicita al Estado que tome las medidas necesarias para dar celeridad a los procesos y sancionar a los responsables de estos crímenes y hace un llamado para que estos casos de agresión a mujeres periodistas sean atendidos con un enfoque diferencial de género con el fin de que no se desconozca que el hecho de ser mujeres es una de las razones que motiva las agresiones de las que son víctimas.

Sobre este punto, el Sistema Interamericano de Derechos Humanos a través de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión ha señalado que “en casos de violencia contra mujeres periodistas los Estados tienen, además de las obligaciones genéricas señaladas, una obligación reforzada de actuar con debida diligencia a partir de las disposiciones existentes en materia de los derechos de las mujeres, como los establecidos en la Convención Belém do Pará”. Y añade: “[l]os Estados deben adoptar medidas de protección en casos específicos en los que determinadas mujeres periodistas corren un riesgo especial de ser víctimas de violencia, tomando en consideración las distintas formas de discriminación por otros motivos conexos como su raza, etnia, edad u orientación sexual, entre otros”.

Y concluye diciendo que “[r]esulta indispensable además que las autoridades encargadas de proteger e investigar sean debidamente capacitadas en materia de género para evitar estereotipos discriminatorios a la hora de evaluar la credibilidad de la denuncia presentada, culpabilizar a la víctima, justificar los hechos por su actitud o comportamiento, o que por sus relaciones sentimentales se cuestione su honra o se utilice un vocabulario sexista”.

De acuerdo con los registros de la FLIP, entre 2006 y 2016 al menos 191 mujeres periodistas fueron víctimas de agresiones en el marco de su ejercicio periodístico. Estas comprenden, entre otras, amenazas, estigmatización, atentados, obstrucción a su trabajo y violencia sexual; las cuales han sido cometidos por grupos guerrilleros, paramilitares, actores estatales o particulares.

Por último, la Relatoría también ha señalado que los actos de violencia contra periodistas tienen un triple efecto: “vulneran el derecho de las víctimas a expresar y difundir sus ideas, opiniones e información, generan un efecto amedrantador y de silenciamiento en sus pares, y violan los derechos de las personas y las sociedades a buscar y recibir información e ideas de cualquier tipo”. Por lo anterior, de acuerdo con este mismo organismo, los Estados tienen la obligación de prevenir, proteger y procurar justicia. El caso de Jineth Bedoya es un claro ejemplo de una falla por parte del Estado en el cumplimiento de dicho deber por lo que se hace necesario que este caso siente un precedente para que las instituciones actúen y reivindiquen su responsabilidad a la hora de evitar que las agresiones contra la libertad de prensa se repliquen.

Antecedentes

El 25 de mayo de 2000 la periodista Jineth Bedoya Lima, que en ese momento trabajaba en el diario El Espectador, fue víctima de violación, tortura y secuestro luego de acudir a la cárcel La Modelo de Bogotá para entrevistar al jefe paramilitar Mario Jaimes, alias El Panadero.

Tres años después, la reportera fue nuevamente víctima de secuestro, pero esta vez por parte de las Farc en Caño Jabón, Meta. Para ese entonces, Bedoya estaba realizando seguimiento a la situación de orden público del municipio, luego del secuestro masivo perpetrado por el grupo guerrillero en el año 2002.

Por estos hechos Bedoya lidera, desde 2009, la campaña ‘No es hora de callar’, que busca que las mujeres víctimas de violencia sexual denuncien a sus agresores y socialicen sus casos con el fin de recuperar su dignidad. Estas campañas, así como otras iniciativas que lidera la reportera para promover el perdón y la reconciliación, han aumentado su situación de riesgo por las múltiples amenazas que ha recibido durante los últimos 17 años.

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Monday, 16 July 2018

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