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Tuesday, 28 October 2025

Resistir y reinventarse: la transformación del periodismo local en Colombia

En muchas redacciones locales de Colombia, el silencio pesa más que las palabras. Los periodistas trabajan bajo la presión de grupos armados, políticos de turno y poderes económicos. La creatividad y la terquedad de quienes insisten en informar se enfrentan a los cercos de la violencia, la precariedad y las brechas de infraestructura.

Este informe de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) recorre 34 municipios del país para mostrar esa paradoja: un periodismo que resiste entre la mordaza y la reinvención, que sobrevive en medio de amenazas, pero también florece entre iniciativas comunitarias y digitales que insisten en mantener informadas a sus comunidades. Aquí presentamos algunas de las conclusiones más importantes del periodismo local en Colombia:

Entre el miedo y el silenciamiento

La violencia contra la prensa en Colombia se ha intensificado en los últimos años. Desde 2020, diez periodistas han sido asesinados por causas relacionadas con su trabajo. En 2024 se registraron 536 agresiones, entre ellas tres asesinatos y 222 amenazas, lo que convirtió ese año en el más violento de la última década.

Según la encuesta realizada por la FLIP, el 24 % de los medios locales recibió amenazas directas de actores ilegales y otro 41 % evita cubrir ciertos temas por miedo. En total, el 65 % trabaja bajo presión o silenciamiento. Las agresiones más frecuentes son las amenazas, la estigmatización y la obstrucción al trabajo periodístico. En zonas de frontera, la presencia de grupos armados y la ausencia de garantías estatales agravan el riesgo.

La trampa de la pauta y la fragilidad económica

La crisis económica del periodismo local se profundiza: el 75 % de los proyectos asegura que sus ingresos no cubren los costos de operación. La dependencia de la pauta oficial condiciona la independencia editorial y, en muchos casos, se usa como mecanismo de censura.

Periodistas en departamentos como Caldas, La Guajira o el Valle del Cauca relatan cómo las amenazas de quitar la pauta o la extorsión a los comercios locales se traducen en silencios forzados. La fragilidad económica convierte a los medios en presa fácil de los poderes políticos y privados.

Cercamientos políticos y control de la información

En la encuesta, desde la FLIP documentamos cómo las presiones políticas limitan el acceso a información pública, pues el 45 % de los medios asegura no tener recursos o tiempo para investigar por cuenta propia y el 43 % recibe información incompleta de las autoridades. En algunos municipios, los funcionarios utilizan la pauta, el acceso selectivo a datos o incluso campañas de desprestigio en redes para castigar el cubrimiento crítico.

Entre el empirismo y la supervivencia

En los 164 proyectos analizados trabajan cerca de 579 personas, solo el 35 % mujeres. La mayoría labora en condiciones informales, sin contratos ni estabilidad. Los periodistas son, a la vez, reporteros, editores, camarógrafos y vendedores. A pesar de las carencias, muchos sostienen sus medios con esfuerzo propio o mediante iniciativas colectivas como asociaciones de medios locales y canales comunitarios.

Un ecosistema diverso, pero vulnerable

El ecosistema informativo colombiano está compuesto por una amplia gama de medios tradicionales y digitales. El 64 % de los proyectos opera en redes sociales, el 33 % tiene página web y el 25 % funciona como emisora. La radio sigue siendo el medio de mayor alcance y confianza en las zonas rurales, mientras que las plataformas digitales abren espacios de participación ciudadana y denuncia.

Sin embargo, la conectividad deficiente, la falta de infraestructura y los altos costos tecnológicos limitan el desarrollo del periodismo local. Solo el 11,6 % de los encuestados califica como óptima la conectividad en su municipio.

Resistir desde las regiones

El periodismo local en Colombia no solo enfrenta amenazas visibles, sino también la precariedad, la fragmentación y el olvido institucional. En medio de la violencia, la censura económica y las brechas tecnológicas, emergen iniciativas que reinventan el oficio desde lo comunitario, lo digital y lo colaborativo.

Reconocer y fortalecer estos esfuerzos es una responsabilidad democrática: allí donde el periodismo local se sostiene, florecen la participación ciudadana, la memoria y la posibilidad de transformar los territorios.

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