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Miércoles, 10 June 2020 17:06

Impunidad: la única verdad en el asesinato de Libardo Montenegro

Impunidad: la única verdad en el asesinato de Libardo Montenegro Ilustración Rowena Neme / @nemero

Este 11 de junio de 2020 se cumple un año del atroz homicidio del periodista Libardo Montenegro en Samaniego Nariño.

En la respuesta a un derecho de petición, la Fiscalía General de la Nación afirma que la investigación todavía está en curso pero que tienen “indicios relevantes” de que el homicidio pudo responder a asuntos personales. Es preocupante que no se aborde como principal hipótesis del móvil del crimen su trabajo periodístico.

A continuación queremos compartirles este relato acerca del importante trabajo de Libardo y la impunidad que rodea su muerte.

Impunidad: la única verdad en el asesinato de Libardo Montenegro

 

Por Yulieth Mora G.

Era martes. Un martes en Samaniego, municipio del departamento de Nariño. Eran las 9:30 de la noche, a dos cuadras de la Estación de Policía dos sicarios a bordo de una motocicleta le dispararon a Libardo Montenegro, comunicador, periodista y locutor de la emisora comunitaria Samaniego Estéreo. Libardo, que iba a camino a su casa, cayó muerto y los asesinos huyeron, como siempre huyen.

Cuando la balacera cesó los residentes del barrio Sucre hicieron un círculo alrededor del cuerpo. Era la segunda vez que sucedía en el día. Cinco horas antes, el mecánico Víctor Carrera, de 24 años, fue asesinado también a manos de sicarios. Un muerto del que no se habló mucho en los medios de comunicación.

Los vecinos del barrio Sucre tuvieron que reunirse por tercera vez el viernes siguiente, 14 de junio de 2019, tres días después de los asesinatos. Querían cumplir con la convocatoria que Libardo Montenegro había pregonado por todo el pueblo: “La marcha por la paz y la vida de Samaniego”, una marcha por la defensa de la vida y los derechos humanos. .

El asesinato de Libardo Montenegro tuvo cierto cubrimiento mediático. Organizaciones, agremiaciones, el gobierno nacional en cabeza de Iván Duque, entre otros, se pronunciaron a través de las redes sociales con un rechazo rotundo, junto a los medios de comunicación que, al siguiente día, también informaron al país el despliegue de 25 policías al municipio para apoyar labores de investigación y seguridad.

William Montenegro, padre del periodista asesinado, le dijo a los medios con la voz quebrada de un hombre al que le han asesinado a su hijo: “hay un vacío muy grande que deja mi hijo entre nosotros y ese vacío nunca lo voy a rellenar con nada”.

Libardo creció con la influencia de la radio en su familia. Desde niño participó en la emisora comunitaria fundada en 1997 por su abuelo Segundo Montenegro y hasta el día de su asesinato no se apartó de los micrófonos.

Al día siguiente del asesinato de Libardo, la gerente de la emisora, Rosa Guevara, se refirió al caso y admitió un alto nivel de censura en el municipio: “Aquí en Samaniego se sabe que es un lugar bien difícil, zona roja, entonces… precisamente a ellos como periodistas, locutores, se les tiene en cuenta cualquier entrevista que hacen, cualquier mensaje, opinión que vayan a dar somos muy cautelosos”.

Sin embargo, días antes de la movilización, el reportero grabó una cuña para invitar a las personas del municipio a que participaran en “La marcha por la paz y la vida de Samaniego” y para exigir a los violentos el respeto por la vida y a las autoridades mayor responsabilidad frente a la protección de los derechos humanos en el municipio.

El municipio de Samaniego cuenta con unos 49 mil habitantes, y desde hace unas tres décadas se ha convertido en el corredor estratégico del narcotráfico que desemboca en Tumaco y en la Costa Pacífica.

Una mañana en Café al día, una de las franjas de radio que Libardo mantenía al aire, él dijo con una voz reflexiva lo que ahora se puede escuchar como un grito:

 “Decirles a nuestros campesinos que no abandonen el campo, tratemos de rescatarlo. En muchas oportunidades, se habla que la sustitución de cultivos ilícitos debe ser premiada por el Gobierno Nacional. Quiero hacerles esta reflexión porque hace unos años 35 años, en el municipio de Samaniego no se conocía lo que era la coca o la amapola y aunque no lo crean la gente vivía bien, los cultivos que eran yuca, plátano, frutales, maní, café, de pronto las verduras y la caña siempre dejaban buenos dividendos a nuestros campesinos. La droga nos la trajeron aquí”.

Según el Manual de autoprotección: Comunicar sin riesgo; radios comunitarias en tiempos de paz, en Nariño gran parte de los temores que enfrentan los periodistas de este departamento están relacionados con las disputas entre grupos armados por el control de la frontera con Ecuador y los municipios costeros.

“En abril de 2018, el asesinato de tres miembros del equipo periodístico del diario El Comercio en inmediaciones de la frontera colombo-ecuatoriana fue determinante para que los reporteros locales tomaran distancia de cubrimientos relacionados con las rutas de narcotráfico, los cultivos de coca y el tráfico de combustible y otros insumos para la producción de la pasta de coca”.

Las emisoras comunitarias en Colombia desempeñan un papel fundamental en los territorios. Durante el conflicto armado y luego del Acuerdo de Paz se han convertido en espacios donde la comunidad puede encontrarse para compartir sus necesidades y problemáticas a través de un micrófono abierto.

Radios Comunitarias para la Paz y la Convivencia, un proyecto de RESANDER, financiado por el Fondo Europeo para la Paz de Colombia, se ha enfocado en los últimos años en el fortalecimiento de la radio comunitaria y ha considerado como herramienta vital en construcción de una cultura de paz y convivencia en los territorios.

Libardo Montenegro hacía parte de este proyecto y participaba activamente de los episodios de ‘Así suena la paz en los territorios’. Allí se destacó por su interés en los derechos humanos e hizo partícipes a las víctimas de la violencia cuando les abrió los micrófonos para contar sus testimonios y replicar los incumplimientos de los Acuerdos de Paz firmados en La Habana.

Dicen que Libardo era la mejor voz de Samaniego, que le gustaba el fútbol, que era muy reservado con su vida privada, que tenía una novia que se llamaba Adriana y que unos días antes de su asesinato Libardo tuvo un enfrentamiento verbal con el exnovio de Adriana.

Dicen que las autoridades investigan ese encuentro como un móvil del crimen: un lugar común en investigaciones que no tienen futuro. Los mismos dicen que Montenegro no debería ser considerado un periodista, sino un pregonero. Incluso, un agente de policía de la zona que solicitó guardar su identidad expresó que estaba "95% seguro" de que el asesinato de Montenegro no tenía nada que ver con su labor periodística.  

Otros como Leobar Ibarra, un periodista y amigo de Montenegro, afirman que el asesinato pudo producirse por alguna de las bandas de narcotraficantes "para enviarle el mensaje a los pobladores de que se mantuvieran callados". Porque silenciar a un hombre dice mucho: el asesinato es el último y más radical recurso de la censura.

Durante el 2019 la Fundación para la Libertad de Prensa registró 13 casos de ataques a la libertad de prensa en Nariño, que dejaron 23 periodistas víctimas. En estas cifras está incluido el asesinato de Libardo. En 2019 hubo un aumento en el número de ataques en el departamento con respecto al 2018 cuando se registraron 8 casos. Incluso, ese conteo brutal que lleva la FLIP registra que de los últimos cinco asesinatos de periodistas en razón de su oficio (2018 y 2019), cuatro de ellos se presentaron en el departamento de Nariño.

Dicen muchas cosas sobre el asesinato de Libardo Montenegro, pero todavía las autoridades no dicen nada como resultado de sus investigaciones. Nadie habla de responsables, capturas, ni penas. La impunidad se ha convertido ya no en rumor sino en la única verdad que los familiares y oyentes de Montenegro tienen como respuesta. Una respuesta demoledora para el departamento de Nariño.