A finales de la década de los cincuenta en Cúcuta, Norte de Santander, Eustorgio Colmeranes Baptista fundó el periódico La Opinión. Su misión era poder narrar y dar identidad a Cúcuta y su cotidianidad. Treinta y seis años después, en medio de una urbe con problemas cada vez más complejos, Eustorgio sería asesinado, víctima del conflicto armado colombiano.
Un periodista visionario
Pese a haberse graduado como odontólogo, Eustorgio siempre demostró interés por los medios de comunicación y logró vincularse a la empresa informativa desde su juventud. Cicerón Flórez, su colega y amigo durante más de tres décadas, lo recuerda como un hombre visionario, atento a los problemas de su región y entregado al diario, haciendo de este su proyecto de vida.
La Opinión fue un proyecto tan exitoso que en sus primeros tres años pasó de ser un semanario, a un diario, comenta Flórez. Este lleva hoy más de seis décadas de estar activo y es uno de los más populares en la región.
Para José Eustorgio Colmenares Ossa, uno de sus hijos y quien asumió la dirección del periódico tras su asesinato, la clave del éxito de su padre estuvo en su humildad y en la solidaridad con la que ayudaba a cualquiera que recurriera a él.
Flórez recuerda que, como periodista, Eustorgio siempre “buscaba que, a través de crónicas y entrevistas, se reflejara la actividad de los personajes que eran protagonistas en la región.”
Además del periodismo, Eustorgio se desempeñó también en el ámbito político. Fue alcalde de Cúcuta, senador y militante en el Partido Liberal de Colombia.
Un crimen contra la verdad
El 12 de marzo de 1993, hacia las siete y media de la noche, el fundador de La Opinión fue asesinado por miembros del ELN en el solar de su casa, cuando estaba en compañía de su esposa.
Eustorgio fue llevado de urgencias a la Clínica San José, donde falleció a causa de seis heridas de bala. Los autores materiales escaparon en una camioneta y a pocos kilómetros de la residencia del periodista, ubicada en el barrio los Caobos, en Cúcuta, se chocaron contra un bus de servicio público, para luego abandonar el vehículo y escapar a pie.
De acuerdo con José Eustorgio Colmenares Ossa, su hijo, tres días después del asesinato, el ELN publicó un comunicado en el que se adjudicaban el crimen. Según la guerrilla, el asesinato de Eustorgio era una “alerta roja” para que se “rectifique la práctica del periodismo, se retome la ética profesional y los medios cumplan su función social e imparcial”, cita el comunicado. Dos años después la guerrilla del ELN pidió disculpas al periódico.
Para José Eustorgio hijo la justicia fue inoperante. A pesar de que existieran pruebas contra los dos actores materiales del homicidio, estas no fueron garantía para que los condenaran. En 1996 la Fiscalía precluyó el caso y dejó en libertad a los acusados a pesar de que estos hubieran aceptado los cargos. “El caso de mi padre siempre quedó en la impunidad, yo estuve siguiendo muy de cerca los avances y nunca siquiera se condenó al ELN”, aseguró.
Veinte años después, en el 2013, la Fiscalía Primera General de Cúcuta declaró el asesinato como un crimen de lesa humanidad, uno de los primeros casos de esta índole en ataques contra la prensa. Se reconoció el asesinato de Eustorgio como parte de un plan para atemorizar y desestabilizar la insitucionalidad.
Desde la FLIP recordamos a Eustorgio Colmenares y a su compromiso con la sociedad cucuteña. La impunidad prevaleciente en estos casos lesiona gravemente el funcionamiento del liderazgo informativo en las sociedades democráticas.